Jugar tan mal desvanece todo tipo de expectativas
Edición Impresa | 22 de Noviembre de 2024 | 04:20

Martín Mendinueta
@firmamendinueta
Jugando así no hay ilusión que se mantenga en pie. Limitado al triste rol de partenaire, Gimnasia jugó mal y perdió con justicia ante una versión apenas discreta de Independiente.
Retocado, un poco por necesidad y otro tanto por gusto del entrenador, el Lobo no pudo entregar casi nada bueno. Sus hinchas observaron por televisión a una formación sin peso ni creatividad en la mitad de la cancha.
Gimnasia empezó y terminó mostrándose alejado de lo que necesitaba. Nunca se hizo amigo de la pelota. Jamás se sintió peligroso. No tuvo actuaciones individuales destacadas. Así, con este panorama gobernando sus desplazamientos en el campo, le fue imposible instalar la sensación de que podía llegar al gol.
sin convicción para ejecutar lo que ensayó en las prácticas
Venía de triunfar ante Newell’s, pero no de convencer. Y por eso no sorprendió tanto verlo corriendo detrás de la pelota sin rumbo.
Su actuación en el primer capítulo se posiciona entre los peores rendimientos del ciclo de Marcelo Méndez.
Gimnasia ofreció en ese lapso nada de nada. Pese a tener tres hombres de buen manejo (Castro, De Blasis y Mamut) jamás amagó con adueñarse, al menos por un rato, de la pelota.
Con ímpetu y muy poco más, Independiente se lo llevó por delante. A pesar de las imprecisiones y de un bajón pronunciado sobre la media hora de juego, el anfitrión sintió en todo momento que finalmente iba a conseguir lo que tanto esperaba su gente.
El gol que termina definiendo la historia fue un error conceptual mens sana compuesto por distintas situaciones. Primero, el juvenil Primante comete, con llamativa torpeza, una falta que no debió hacer. El tiro libre, desde muy corta distancia, fue pésimamente defendido en la ubicación de los hombres; y, para completar el crítico cuadro de situación, Marcos Ledesma salió tarde y débil procurando un rechazo que no pudo concretar.
Con esa manera de defender, el Lobo se hizo daño.
La caminata hacia el vestuario, perdiendo y habiendo jugado tan mal, obligó al técnico a realizar cambios que tampoco dieron el resultado deseado.
En semejante contexto de pobreza se puede rescatar únicamente algunos pocos toques criteriosos de Leandro Mamut, siempre bien intencionado para cuidar la posesión e intentar el pase a un compañero.
¿HACIA DÓNDE ESTÁ YENDO ESTE CICLO QUE DEJÓ DE CONVENCER?
La respuesta es tan fea como contundente: hacia un destino de mediocridad que despierta cada vez más críticas.
Está demasiado claro, en los números y en el juego, que la ambición de clasificar a una copa internacional se alejó muchísimo. Pero lo más grave es que ha extraviado los rasgos que en el inicio del proceso habían entusiasmado a todos.
A cuatro fechas del final del campeonato las dudas han ganado un terreno que, un par de meses atrás, parecía improbable. Las decisiones que deberá tomar el mes próximo marcarán su futuro. Por lo pronto, el presente es una gran preocupación.
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