La necesidad de preservar la integridad y pujanza del polo frutihortícola local

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La alternancia de sequías e inundaciones, de períodos de intenso calor seguidos por tormentas y diluvios devastadores, que el sabio Florentino Ameghino detectó y auguró que se proyectaría en la zona de la pampa húmeda -acompañando ese diagnóstico con propuestas superadoras- se presenta ahora, como a través de un calco, para el sector frutihortícola de la Región.

Considerado como uno de los más importantes del país por su producción y captación de mano de obra, sometido también, alternativamente, a períodos de calor y sequía seguidos de épocas de lluvias, vendavales y fuertes anegamientos, el sector demanda apoyos estructurales por parte del Estado.

Está claro que al igual que ocurrió con Ameghino, existen para el sector frutihortícola platense fórmulas para neutralizar estos críticos extremos meteorológicos. Allí habrán de incidir en forma positiva por formulaciones técnicas aptas para resolver esas variantes y, al mismo tiempo, no deberían faltar políticas de apoyo a uno de los polos productivos más pujantes de la zona.

Tal como se dijo ayer en este diario, las altas temperaturas de las últimas semanas y un período sin lluvias significativas que se prolongó -hasta el viernes- volvió a presentar un signo de interrogación entre los productores.

Si bien los quinteros admitieron que cuentan con recursos para mitigar los impactos, advirtieron ahora que algunos cultivos podrían flaquear, y que las napas esenciales para abastecer los pozos de riego no se están recargando a un ritmo deseable. Ocurre, como se ha dicho, que el clima es caprichoso y que, de pronto vientos de magnitud pueden arrasar con los cultivos e instalaciones con mucha facilidad, tal como ocurre en forma habitual.

Las quintas vinieron sufriendo los efectos de una sequía prolongada que afecta a los cultivos. Las lluvias de septiembre cayeron bien, pero la sequía de las napas siguió haciéndose sentir. El pasado fue un año difícil. Y la ola de calor vino castigando al que corre en este verano.

Se habla de un valioso patrimonio de cultivos del tomate platense, ají morrón, ají vinagre, ají picante, zapallito de tronco, zapallo turco, sandía, cebolla, nabiza, grilo nabo, brócoli italiano, cardo blanco, hinojo y alcaucil ñato, entre otras verduras y frutas gestadas en tierras de La Plata, Berisso y Ensenada.

Pero también se habla, fundamentalmente, de un sector productivo trascendental para la Región, que requiere desde hace tiempo de que lo alcancen de una vez por todas las extensiones de las redes de servicios, que disponga de un diagrama caminero confiable, de sostenidos apoyos a la incorporación de nuevas tecnologías, de una mayor dinámica en la comercialización -amenazada por la existente en distritos vecinos-, de conquistar nuevos mercados y, también, de apuntar hacia la creación de una pujante industria agroalimentaria.

Teniendo a la vista la profundidad de la crisis, la alternativa de contar en nuestra zona con un polo rural de excelencia exige del Estado medidas que apunten a que no se vean gradualmente disminuidas las superficies productivas y a consolidar la potencialidad de uno de los resortes principales para el despegue económico.

 

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