Un diplomático de EE UU espió 40 años para Cuba sin ser descubierto
Edición Impresa | 16 de Febrero de 2024 | 01:23

Por JOSHUA GOODMAN y JIM MUSTIAN
Manuel Rocha era bien conocido en los círculos de élite de Miami por su porte aristocrático, casi regio, que parecía apropiado para un diplomático estadounidense de carrera educado en universidades de máximo prestigio y que ocupó altos cargos en Argentina, Bolivia, Cuba y la Casa Blanca. El “Embajador Rocha”, como prefería que lo llamaran, exigió y obtuvo respeto.
Así que el exagente de la CIA, Félix Rodríguez, tuvo dudas en 2006 cuando un teniente coronel desertor del ejército cubano se presentó en su casa de Miami con una pista sorprendente: “Rocha”, habría dicho el hombre, “está espiando para Cuba”.
Rodríguez, quien participó en la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba, en 1961, y en la ejecución del revolucionario “Che” Guevara, creyó en ese momento que la información sobre Rocha era un intento de desacreditar a un compañero de cruzada anticomunista. No obstante, dijo que transmitió el mensaje del desertor a la CIA, la cual se mostró igualmente escéptica.
“Nadie le creyó”, dijo Rodríguez en una entrevista con The Associated Press. “Todos pensamos que era una difamación”.
Esa pista de hace tanto tiempo volvió con devastadora claridad en diciembre, cuando Rocha, quien ahora tiene 73 años, fue arrestado en su casa de Miami. Fue acusado de servir como agente secreto de Cuba desde la década de 1970, en lo que los fiscales llamaron una de las traiciones más desvergonzadas y de larga duración en la historia del Departamento de Estado de Estados Unidos.
Rocha fue grabado en secreto por un agente encubierto del FBI cuando elogió a Fidel Castro como “El Comandante” y alardeó sobre su trabajo para el gobierno comunista de Cuba, al que calificó de “más que un grand slam” contra el “enemigo” Estados Unidos. Y para ocultar sus verdaderas lealtades, dicen fiscales y amigos, Rocha adoptó en los últimos años la personalidad falsa de un ávido partidario de Donald Trump, quien hablaba con dureza contra la nación insular.
“Realmente admiraba a este hijo de p…”, dijo Rodríguez enojado. “Quiero verlo a los ojos y preguntarle por qué lo hizo. Tuvo acceso a todo”.
Mientras Rocha se declaraba inocente de 15 cargos federales desde la cárcel esta semana, los investigadores del FBI y del Departamento de Estado han trabajado para descifrar la pieza faltante más grande del caso: exactamente qué pudo haber entregado a Cuba el veterano diplomático. Es una evaluación de daños confidencial que se cree que tomará años, complicada por el con frecuencia turbio mundo de la inteligencia.
La AP habló con dos docenas de exfuncionarios sénior de contrainteligencia de Estados Unidos, desertores cubanos de inteligencia y amigos y colegas de Rocha para reconstruir lo que se sabe hasta ahora sobre su traición, y las pistas no captadas y las señales de alerta que podrían haberlo ayudado a evitar el escrutinio durante décadas.
No fue sólo el informante de Rodríguez, a quien se negó a identificar ante la AP, pero dijo que fue entrevistado recientemente por el FBI. Los exfuncionarios dijeron a la AP que, a principios de 1987, la CIA sabía que Fidel Castro tenía un súper infiltrado -un “súper topo”- escondido en lo más profundo del gobierno de Estados Unidos. Algunos ahora sospechan que pudo haber sido Rocha, y que al menos desde 2010 podría haber estado en una lista corta entregada al FBI de presuntos espías cubanos que ocupaban altos cargos en los círculos de política exterior.
El abogado de Rocha no respondió a repetidos mensajes en busca de comentarios. Tampoco el FBI y la CIA.
“Este es un error monumental”, afirmó Peter Romero, exsubsecretario de Estado para Latinoamérica, quien trabajó con Rocha. “Todos nosotros estamos haciendo un enorme examen de conciencia y a nadie se le ocurre nada. Hizo un trabajo increíble para cubrir sus huellas”.
Antes de que lo acusaran de ser agente cubano, la vida de Rocha encarnaba el llamado “sueño americano”. Nació en Colombia y a los 10 años se mudó con su madre viuda y sus dos hermanos a la ciudad de Nueva York.
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