La enseñanza que dejan en el país los incendios en las reservas forestales
Edición Impresa | 19 de Febrero de 2024 | 02:57

Un informe de la Administración de Parques Nacionales señaló que en los últimos doce meses se registraron en nuestro país un total de 88 incendios en trece de las llamadas áreas de conservación de organismo, que causaron la pérdida de casi 60 mil hectáreas de reservas forestales dependientes de ese organismo.
Está claro que se habla de pérdidas casi irreparables para un patrimonio único que, a la vez, resulta ser un recurso turístico de primer nivel en el mundo.
El organismo alertó asimismo por la mayor frecuencia con que aparecen estos episodios en áreas protegidas, además de advertir que las temporadas de fuego se están extendiendo. Ciertamente, hace poco tiempo causó alarma y desazón el incendio que afectó a la Reserva Natural de Punta Lara.
Se informó además que, en estas horas, se registran fuegos que están siendo combatidos en los Parques Nacionales Los Alerces, Nahuel Huapi y Lanín. En el caso de Los Alerces las llamas devastaron ya a más de 6 mil hectáreas con valioso arbolado.
Sin embargo, este año, la región más afectada, con más incendios y mayor superficie quemada fue la Noreste (NEA) –que comprende a las provincias de Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones- en tanto que la zona patagónica presentó menor número de incendios, inclusive que la zona Centro, pero de mayor magnitud. En cambio el NOA (Salta, Jujuy y provincias vecinas) fue la región con menor cantidad de incendios y de hectáreas quemadas.
La imprescindible disponibilidad de aviones hidrantes –cercana a esos lugares y no dependientes de envíos problemáticos y habitualmente tardíos, cuando no de alquileres previos para poder utilizarlos- ; la existencia en las zonas que, año tras año, son escenarios de estas catástrofes, de cuerpos de bomberos provistos de recursos y capacitados para combatir a las llamas en zonas boscosas y rurales, así como la presencia de organizaciones de guardabosques, vertebrándose entre todas ellas una defensa civil ágil y eficaz, resultan ser requerimientos impostergables.
Sin desconocer el heroísmo desplegado habitualmente por bomberos, guardabosques y vecinos, de lo que se trata es de contar con estructuras de defensa consolidadas y capaces de ofrecer respuestas rápidas para proteger vidas humanas y patrimonios muy valiosos, poniéndolos a resguardo de las calamidades climáticas, de la acción de imprudentes y de las desviaciones de los pirómanos.
La dolorosa enseñanza que dejan estos incendios que afectan a las reservas naturales del país, muy costosa por cierto, es la de poner en claro la necesidad de que el Estado, a través de decisiones políticas acertadas, concierte y garantice la presencia de todos los recursos necesarios al servicio de la lucha contra el fuego, antes de que tan valiosos patrimonios queden devastados por las llamas y por cualquier otro tipo de desastre.
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