Entre tantos errores, se hizo evidente la falta de solidez y juego asociado

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Por MARTIN MENDINUETA

@firmamendinueta

Desnudo de virtudes en cada situación del partido, dominado por los nervios y cometiendo errores llamativos, Gimnasia sólo consiguió los reproches de sus hinchas. Tan decepcionante actuación obliga a replantear cuestiones fundamentales.

Instituto jugó un gran primer tiempo gracias a su impecable trato de pelota, pero mucho tuvo que ver lo permisivo que fue el equipo de Madelón. Sin corte en la mitad de la cancha (funcionó muy mal el doble cinco Saravia-Rodríguez), y vacío de solidez en la dupla conformada por Cabral y Felipe Sánchez, las quejas desde los cuatro costados acompañaron su caminata hacia el vestuario.

A lo descripto se sumaron los precarios desempeños de Guillermo Enrique, de Canto, de Ivo Mammini y también de Matías Abaldo, que completó su noche negra haciéndose expulsar por una patada desde atrás sin ningún sentido.

Gimnasia ataca por espasmos y eso es lo que debe solucionar a la brevedad. Sin juego asociado, depende de algún pase criterioso de De Blasis y de las gambetas, no todas bien resueltas, de Benjamín Domínguez. El empate transitorio fue producto de un lapso con cierto empuje, aunque en líneas generales su producción sólo sembró disconformismo e intranquilidad entre sus fieles.

TAREA PREOCUPANTE: SIN MARCA EN EL MEDIO E INEXPRESIVO EN ATAQUE

Los silbidos que acompañaron la caminata de los jugadores mens sana hasta la boca del túnel describieron en sí mismos la flojísima actuación que había desplegado el equipo de Madelón en un primer tiempo francamente olvidable.

Instituto jugó en el Bosque con una comodidad llamativa. Gimnasia le permitió todo. Los dirigidos por Dabove jugaron a los pases sintiendo que nada podía interrumpir sus planes ofensivos.

El binomio Saravia- Rodríguez no tuvo corte ni ayuda eficaz por las bandas; encima, Matías Abaldo fue correctamente expulsado, tras la revisión con el VAR, por una falta irresponsable.

El dueño de casa careció de atributos esenciales para imponerse en la pulseada. Nada bueno le podía suceder a una formación que defendió mostrándose permeable por todos lados, sin proyecciones por las bandas, superado por amplio margen en la franja central y ausente de combinaciones lúcidas en tres cuartos de cancha.

Madelón reconoció públicamente que el equipo estuvo en la vereda opuesta de lo que esperaba el hincha, pero al hincha no le alcanza para encontrar la calma que perdió.

Gimnasia jugó muy mal, perdió con justicia, le generaron infinidad de situaciones de peligro y entregó la peor imagen. El ímpetu que desplegó en el clásico quedó como una isla de enjundia que sólo alcanzó para no perder. Aquella mejoría no tuvo correlato ayer y la postura general se desmoronó por completo.

El DT, en monólogo post partido, prometió “barajar y dar denuevo”. Ese ejercicio se vuelve obligatorio y le corresponderá a él, como máximo responsable, poner en cancha una formación confiable, serena e idónea para defender y para atacar.

El tema que más dolió no fue la derrota, sino la manera en que se mostró. Desde el primer minuto lució impotente y frustrado; se le hizo imposible neutralizar a un rival tan simple como eficaz que se lució por demás.

La gente quedó enojada y le sobran motivos para estar así.

 

Gimnasia

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