¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!

Edición Impresa

La alegría del primer tiempo, consecuencia de una muy buena actuación del equipo, que a primera hora se puso un gol arriba e hizo méritos para aumentar, se transformó en bronca por la derrota sufrida en circunstancias insólitas, frente a un rival que con poco se llevó todo.

En estos términos, el estadio de Gimnasia fue epicentro de la última presentación del conjunto Tripero bajo la conducción técnica de Leonardo Madelón, quien después de ser recibido con aplausos por la gente, que ya tenía conocimiento de su despedida, se retiró escuchando toda clase de reclamos.

La derrota calentó los ánimos, lógico, aunque las recriminaciones para el técnico tuvieron como eje principal los cambios de jugadores, que nadie entendió, porque sacó a los de mejor rendimiento, como en oportunidades anteriores.

El empate de Ignacio Rodríguez, para Banfield, y el inmediato 2-1 a cargo de Milton Giménez, sobre la media hora de la etapa complementaria, despertaron el enojo de los socios que fijaron su atención en Madelón, en los jugadores e incluso en los miembros de la Comisión Directiva que está al mando del presidente Mariano Cowen.

El ¡“que se vayan todos, que no quede ni uno solo”!, bajó con mucha fuerza desde las tribunas, y como quedó referido tuvo como destinatarios a Madelón, cuya figura quedó desgastada por los malos resultados y la inexpresiva propuesta de su equipo; los jugadores, algunos de los cuales cometieron errores inaceptables en Primera División; y los dirigentes, quienes obviamente son los responsables de un ciclo que tuvo su punto final en los peores términos.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE