Garantizar las condiciones de seguridad en los edificios de la Ciudad

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Las caídas de escombros sobre las veredas, los desprendimientos y derrumbes que se producen habitualmente desde viviendas antiguas y deterioradas, en situaciones que suelen ser denunciadas por vecinos que temen que pueda ocurrir alguna desgracia, colocan siempre sobre el tapete el problema que suelen presentar esas edificaciones vetustas y, al mismo tiempo, la necesidad de que se cumplan todas las prevenciones que hacen a la seguridad de las personas y bienes.

Tales afirmaciones surgen a partir del riesgo originado en las últimas horas por el derrumbe de la pared de una edificación abandonada, ubicada en una zona céntrica, en un episodio que afortunadamente no pasó de un gran susto para el vecindario. Según se aseguró, tan sólo se habrían registrado daños menores en algunos de los vehículos estacionados cerca de esa vivienda.

Corresponde recordar que hace pocos meses una periodista platense resultó seriamente herida luego de que un trozo de mampostería le cayera encima cuando pasaba caminando por la puerta de un edificio en pleno centro de La Plata. La mujer fue impactada como resultado del desprendimiento de mampostería de un balcón sobre el segundo piso de un edificio.

A grandes rasgos corresponde señalar que es común que se produzcan desprendimientos de mampostería sobre las veredas o, como ocurrió hace algunos años, la caída de un pesado ornamento que cubría la entrada de un edificio público, en situaciones que se vuelven más comunes en el caso de las construcciones antiguas.

Cuando han ocurrido estos episodios, desde la dirección general de Planeamiento y de Obras Particulares se ha asegurado siempre que se reforzarían las inspecciones, para concretar la verificación técnica de los edificios prevista en el código de construcción de la ordenanza 10. 681.

Lo cierto es que una simple observación alcanza para advertir estos riesgos en numerosas construcciones antiguas; algunas de ellas abandonadas y otras necesitadas de un urgente mantenimiento. Esto exige un análisis cuidadoso, porque es cierto que los métodos de construcción que se utilizaban antes demandan ahora tareas de reconstrucción que resultan excesivamente costosas y que muchas veces pueden exceder las posibilidades de propietarios o consorcios de antiguas construcciones.

Pero también es verdad que en algunas ocasiones se han producido derrumbes de mampostería u otros elementos en edificios de unos treinta o cuarenta años de antigüedad –o, inclusive, en algunos que se encuentran en etapa de construcción- lo que ha puesto de manifiesto que no sólo los balcones fundacionales o de inicios del siglo pasado pueden constituir una amenaza. En ese sentido, los antecedentes abundan: desde un moderno edificio ubicado en pleno centro se cayeron hace un tiempo enormes placas de mármol a las veredas.

Por supuesto que cabe una responsabilidad inicial a los propietarios de aquellas construcciones que puedan plantear este tipo de riesgos. Pero es también el municipio el encargado de inspeccionar, asesorar y exigir condiciones de seguridad en los edificios. Y por eso cabe esperar que se tome debida nota y actúe cuando se detecten situaciones de riesgo, para evitar así que deriven en consecuencias irreparables. Los controles, por consiguiente, deben ser efectivos y constantes.

 

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