Un partido caliente y friccionado como en aquellas viejas noches de la Copa Libertadores

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Si bien son otros tiempos, con árbitros más rigurosos que cuidan a los futbolistas más talentosos y se enfrentaron dos equipos que pueden jugar, nadie mezquinó la pierna fuerte y, por momentos, el partido estuvo cerca de picarse. Foul va, charla viene, tuvo un enorme clima tanto dentro como fuera de la cancha. Bien de Copa Libertadores.

Fue un partido de mucho roce. Y dentro de esas acciones fuertes, resaltaron dos infracciones muy fuertes en la primera mitad, con pedidos de VAR desde cada banco de suplentes. Primero fue Palacios el que dejó la pierna como en aquel partido con Sarmiento y minutos después Everton dejó la pierna cuando pelota y jugador pincha. Una y otra vez, el árbitro mostró el cartón amarillo y la asistencia remota ratificó las decisiones originales.

A esa altura también estaba amonestado Franco Cristaldo y en la última de la primera parte vio la primera amarilla Villasanti, en una acción que ayudaría a modificar el desarrollo del partido. Desde la óptica de Estudiantes, para bien (por la roja) y para mal (por el excesivo que asumió Domínguez).

Parecía calmarse algo el segundo tiempo, pero en medio de los forcejeos, Enzo Pérez le dejó el brazo en la cara a Cristaldo. Amarilla, con protestas desde el banco brasileño.

A los 20 minutos del segundo tiempo, Mathias Villasanti pagó la “inversión” de infracciones propias y ajenas durante toda la noche. No fue inocente el paraguayo, que ajustició dos veces a Tiago Palacios. Bien amonestado en el final del primer tiempo, vio la segunda amarilla por dejar el pie y pisar otra vez al número 32. El árbitro Gustavo Tejera no dudó y marcó una justa expulsión.

Parecía descontrolado Gremio. Amarilla para Marchesín, también para Joao Pedro Galvao por foul a a Ascacíbar. Sin embargo, una contra terminó cambiando la historia y el Gremio terminó festejando ante la impotencia pincha.

 

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