Contra los relatos “definitivos”
Edición Impresa | 7 de Abril de 2024 | 04:20

Por PEDRO GARAY
La lluvia de biopics que cae sobre la industria del cine y la televisión en los últimos años tiene una razón clara: los ídolos populares vienen con su propia legión de fanáticos, y todos ellos consumirán el producto, aunque sea para criticarlo, garantizando su éxito sin importar la calidad.
Una jugada poco sutil pero efectiva de los estudios: que insisten, a pesar de ciertas señales de agotamiento de parte de la audiencia: en las últimas semanas tuvimos en cines el estreno de la biopic sobre Bob Marley, y ahora tendremos en pantalla la vida de Amy Winehouse. No hay nada de malo en sí, es solo una tendencia, aunque, claro, el riesgo es que estas películas y series cimenten una versión de la historia.
Por supuesto, toda adaptación tiene un punto de vista. A veces, los cambios y recortes son solo por fines narrativos, de tiempo, de simplificación: esas modificaciones para contar una buena historia no tan relevantes como la interpretación que se hace de una historia consumida luego, acríticamente, por millones.
Por ejemplo: después de ”Bohemian Rhapsody”, se desató una larga discusión sobre los errores fácticos de la película, la fecha real del Live Aid, otros detalles. Pero eso no parece en retrospectiva tan relevante como la condena moral de los años salvajes de Freddie Mercury, que él, probablemente, no condenaba. Un repudio que implica además su muerte en manos del sida como un castigo, una lección sobre el exceso. Todo muy Disney, una mirada lavada sobre un hombre que invitó siempre al desparpajo y la desfachatez... de la que poco hay en esa película.
Corren tiempos donde las mentiras tienen patas largas y donde el público es preso de una asombrosa literalidad en la interpretación. En ese marco, ojo con las biopics, versiones con afán de definitivas de vidas complejísimas, que muchas veces toman decisiones económicas y morales, por presiones de las megacorporaciones que las producen, para evitar una calificación para mayores de edad, para invitar a un público más familiar... y cambian, en el camino, para siempre, el relato oficial sobre esa figura.
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