Delitos que se reiteran en la Región, necesitada de mayor prevención policial
Edición Impresa | 23 de Mayo de 2024 | 02:20

A la escuela municipal “Las Algarrobas” de Arturo Seguí , ubicada en 411 entre 151 y 152 de esa localidad de la zona norte platense, acaban de saquearla por quinta vez en el año. En forma puntual, cada treinta días, ladrones desconocidos ingresan a ella, a través de ventanas o puertas que son violentadas, y después, ya resignados, sus directivos constatan que muchos útiles escolares, alimentos y otros bienes propios del establecimiento desaparecieron y se convirtieron en el botín de los delincuentes.
Pero esa reiteración no se agota en episodios ocurridos en lo que va del año, ya que en los últimos 18 meses la escuela fue vandalizada en 9 oportunidades. Sumando entonces los despojos y daños sufridos desde enero de 2023 a la fecha, el promedio le da a la escuela, en condición de víctima, un robo cada dos meses. Un récord negativo digno de figurar en la guía Guinness.
Arturo Seguí en un pueblo ubicado cerca de Villa Elisa y su población no es, por cierto, numerosa. La mayoría de quienes allí residen se conocen entre ellos, de modo que la Policía tendría en ese lugar un escenario propicio para volver efectivo cualquier programa preventivo que pusiera en acción. Las evidencias, sin embargo, demostrarían que esa alternativa no existe.
En las columnas de este diario se reflejaron protestas de los vecinos de Seguí, en las que no cesaron de reclamar por la situación de verdadero jaque perpetuo en que los coloca la inseguridad reinante. Asimismo, se encargaron -en las frecuentes reuniones que mantuvieron con autoridades policiales- de marcarles quiénes podrían ser los responsables de muchos de los robos y delitos padecidos, así como los lugares en los que podrían ser hallados.
En realidad esto mismo sigue ocurriendo con pobladores de las distintas zonas de la periferia platense, sin lograr avances en lo que se refiere a la prevención policial.
Escuelas, comercios, viviendas y peatones indefensos, personas mayores sometidas a intrusiones violentas, la gama delictiva es amplia. Está claro que las calles de nuestra región se encuentran privadas de la custodia y de los patrullajes que hacen falta para impedir este tipo de delitos. Se ha dicho ya en muchas ocasiones que el despliegue policial frente a este tipo de delincuencia no debiera exigir la participación de un personal numeroso, sino de estrategias oportunas.
Con los testimonios vecinales y una mínima inteligencia y vigilancia la Policía podría actuar con mayor eficacia y poder disuasivo. Sin dejar de señalar que el problema es más complejo y reclama también otras soluciones de fondo, debe enfatizarse que el de la seguridad resulta prioritario.
La población merece contar con calles más seguras, liberadas de la presencia de delincuentes. Y las autoridades debieran hacer lo que corresponde para recuperar el pleno dominio de la vía pública. Lo único que no debe permitirse la sociedad es naturalizar la presencia del delito y tomar el camino de la resignación o, lo que sería peor, el de la justicia por mano propia. De lo que se trata es que las leyes cobren vigencia y la población conviva bajo el imperio del orden.
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