“Madres”: cantar y reírse de la vorágine de maternar

El domingo, en La Plata, se presentará la exitosa comedia sobre cuatro mamás desbordadas. Será la última función de la obra, tras tres años

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Hace tres años, cuatro mamás suben al escenario para mostrar “Madres”, la comedia de Sue Fabisch que desde el off de Broadway ha conquistado el mundo: la versión local, que dirigida por Josefina Pieres llega mañana al Coliseo Podestá, la protagonizan Sabrina Garciarena, Vivi Puerta, Andrea Lovera y Manu Perín, cuatro mujeres al borde de un ataque de nervios.

“Conozco ese desborde, estuve en ese lugar”, se ríe Vivi Puerta, en diálogo con EL DIA. “Madres”, donde encarna a Barbi, una madre que está más allá de todo, es una obra sobre ese estado de superación permanente, en el que las emergencias cotidianas se reproducen a cada segundo: “Ser madre es un rol donde cada momento siempre es nuevo, todo el tiempo estás aprendiendo. Una va creciendo con su hijo, no tenés ni idea… Y es cierto, hay mucha bibliografía, pero por ahí una hace lo que dice el libro y el bebé no se duerme igual, y te desespera, y es una realidad que no tiene nada que ver con lo escrito, y es la que te toca vivir. Entonces, una hace lo que puede: ese es el centro de la obra”.

Una comedia. Y también, un musical, con “cancioncitas que aprovechan para tirar un par de verdades”, dice Puerta, la actriz de “La Banda del Golden Rockett”, “Chiquititas” y “Resistiré”, que puso su carrera en pausa cuando fue madre.

“Ser madre es un rol donde cada momento siempre es nuevo, todo el tiempo estás aprendiendo. Una va creciendo con su hijo, no tenés ni idea”

Ahora, con los chicos grandes y mientras ensaya su nueva obra, “Jardines salvajes”, Puerta se subirá al escenario por última vez para hacer “Madres”: la del domingo será la función final, y “es un honor hacer nuestra última función en un teatro con tanta energía”, dice la intérprete.

La despedida será emotiva, cuenta: “Amamos mucho a ‘Madres’. Empezamos para hacerla tres meses, y terminamos haciéndola tres años. Los actores estamos acostumbrados a cambiar, todo el tiempo, a estar con compañeros distintos, pero en algunos trabajos uno se encariña más: no va a ser fácil olvidar a estas ‘Madres’. Quizás algún día volvamos, pero, claro, el paso del tiempo nos aleja del physique du rol… ¡quizás volvamos para hacer ‘Abuelas’!”.

Las entradas para ver la última función de “Madres” están a la venta en la boletería del Coliseo o a través de Plateanet.

CUESTIÓN DE CÓDIGO

Puerta relaciona el éxito de la obra, nominada a tres premios ACE y con funciones agotadas en Buenos Aires, con la química sobre escena: “Se dio algo del código: las cuatro nos reímos de lo mismo, nos sentimos un grupo de amigas que están arriba de un escenario, yo me olvido que estoy en función, fluye”, lanza.

Pero agrega que, además, hay algo real en “Madres”, algo que emociona. “La clave en el arte muchas veces es la empatía, aquello que nos atraviesa”. Y en ese sentido, dice, “es una adaptación mágica: viene de Broadway, pero la adaptación que hizo Ricardo Hornos le mete argentinidad por todos lados. Eso hace que el público se enganche: estamos mostrando personajes que conocen, que los tienen muy cercanos, son ellas, son sus amigas, sus madres”.

-La primera vez que leíste la obra, ¿te sentiste más identificada con tu personaje o con algún otro?

-Leí la obra en pandemia, todavía sin adaptación argentina. Y me empecé a reír a carcajadas. Y después a llorar. Cuando llegó el final estaba acongojada: me sentía atravesada por los cuatro personajes, el personaje de Sabrina era yo, cuando estaba embarazada, la ternura de ese personaje me recordaba a mí; después me sentí el personaje de Manu cuando me separé del papá de mis hijos, después me sentí el personaje de Andrea, cuando tuve que salir a trabajar, y no era del todo compatible con la maternidad. Y me sentí identificada con mi personaje, Barbi, en el desborde, y en la experiencia de decir “bueno, no hay que hacerse tanto drama”.

- La obra es una comedia, pero toca cuestiones dolorosas, incómodas. ¿La comedia es una buena manera para destrabar algunos preconceptos y mandatos que hay en torno a la maternidad?

-Con la obra, desde el humor, sanamos un poquito, lavamos alguna culpa. Para mí, siempre el humor es una herramienta maravillosa para romper cualquier estructura, para decir las cosas más difíciles, para superar obstáculos, para sanar. En mi vida, en los peores momentos he aplicado el humor. Y en la obra, nos da la oportunidad de decir verdades, cosas incorrectas, tabúes, cosas de las que por ahí no se quiere hablar: desromantizamos lo que la sociedad armó en torno al ser madre, al ser una buena madre, nos reímos mucho de lo mala madres que somos, pero armamos una tribu de contención. Y el público lo entiende, se ríe de sí mismo: creo que la obra es un vehículo maravilloso para mostrarnos imperfectas. Después, la obra es un instrumento, no pretendemos mejorarle la vida a la gente, pero sí queremos que durante la obra se diviertan, se relajen, y entiendan que no está tan mal hacer las cosas mal: somos seres humanos, personas vulnerables, lloramos, estamos hartas, cansadas.

-Hablás de desromantizar, ¿es algo que te pasó a vos como madre también?

-Vos te hacés una idea de cómo puede ser la maternidad, pero es algo que no tenés ni idea. Te cuentan cosas… pero hay cosas que no te cuentan. Y cada minuto es distinto, y no podés estar consultando todo el tiempo con tu mamá, tu abuela, Google, no podés tener esa dependencia, hay cosas que una tiene que resolver… Yo fui una mamá muy cuidadosa, muy obsesiva, y me parecía que lo que hacía era lo correcto, y tenía toda la ropita doblada, y creía que estar embarazada era algo hermoso… y estás deshecha, no dormís por días, chorreas por todos lados… El romance se te desarma. Hay un mandato, o había, ahora hay un cambio de paradigma, pero había un mandato de que ser madre es eso, sufrir, sufrir en silencio. Esto fue cambiando, así que ahora hay más formas de maternar. Y están todas bien: cada una hace lo que puede. Es mucho trabajo, por eso está bueno hacerlo de a dos, y me parece bárbaro que ahora empiece a aparecer eso de “mapaternar”, que aparezcan los padres, también. Está cambiando, se comparten más las tareas, no es como la época de mi abuela, aunque si el chico se lastima en la escuela… en general llaman a la madre, y la que sale corriendo del trabajo es la madre.

Madres
Sue Fabisch

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