Viena, de la joya imperial a una urbe moderna
Edición Impresa | 26 de Mayo de 2024 | 07:30

Viena, la capital austríaca, se presenta no solo como una joya del pasado imperial, sino también como una ciudad moderna que ha sabido integrarse en el presente sin perder su esencia histórica. Con una riqueza cultural inigualable y una calidad de vida que la coloca en la cima de los rankings internacionales, Viena es una ciudad que invita a ser explorada y vivida en cada uno de sus rincones.
El Palacio Imperial de Hofburg es uno de los puntos más emblemáticos de la ciudad. Residencia de la dinastía de los Habsburgo durante más de seis siglos, hasta 1918, Hofburg es un complejo palaciego que alberga varios museos, una capilla, una escuela de equitación y la majestuosa Biblioteca Nacional. Este conjunto arquitectónico refleja el esplendor del pasado imperial de Austria, ofreciendo a los visitantes un viaje a través de la historia.
No muy lejos, el Palacio de Schönbrunn, conocido como el “Versalles vienés”, se erige como otro testimonio de la grandeza imperial. Este palacio barroco, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, cuenta con 1.441 habitaciones, aunque solo 45 están abiertas al público. Los vastos jardines y el zoológico más antiguo del mundo, inaugurado en el siglo XVIII, añaden encanto a este sitio histórico.
El centro de Viena, con la Stephansplatz como epicentro, es el alma de la ciudad. La Catedral de San Esteban, o Stephansdom, es una imponente estructura gótica que domina la plaza con su aguja que alcanza los 137 metros de altura. La catedral, construida sobre una antigua iglesia románica del siglo XII, es un símbolo del pasado y presente de Viena.
Viena es también la ciudad de la música, hogar de grandes compositores como Mozart, Beethoven y Strauss. La influencia de estos maestros se percibe en la vibrante escena musical de la ciudad, con la Ópera Estatal de Viena a la cabeza. Este edificio renacentista, inaugurado en 1869, sigue siendo uno de los teatros de ópera más importantes del mundo, ofreciendo representaciones diarias que atraen a melómanos de todo el planeta.
La gastronomía vienesa es otra de las grandes atracciones de la ciudad. La tarta Sacher, creada en el siglo XIX, es una delicia que ningún visitante debe perderse. Los cafés Demel y Central son lugares icónicos donde se puede disfrutar de esta y otras exquisiteces en un ambiente que evoca el esplendor del pasado.
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