Pesadilla en La Plata: camino al trabajo lo raptaron y asaltaron
Edición Impresa | 11 de Junio de 2024 | 01:18

Un robo cometido bajo la modalidad del “secuestro exprés”, causó pánico ayer, durante las primeras horas del día, en un rincón de la periferia platense.
Un hombre de 42 años, que circulaba por un sector de Arana con la intención de llegar a su lugar de trabajo, fue sorprendido por una banda compuesta por varios individuos, que lo privaron de su libertad por varios minutos y lo sometieron a una serie de escarnios. Todo con la intención de despojarlo de sus pertenencias.
Por lo general, los robos callejeros son cometidos con la oscuridad como aliada.
Los delincuentes que atacan en la vía pública eligen ese momento, pues son conscientes de que el bajo movimiento en las calles juega a su favor.
Quizás por ello, la víctima jamás imaginó que se enfrentaría a una escalofriante situación camino al trabajo.
Ocurrió a las 6.30 de la mañana en las calles 8 y 633, cuando la claridad comenzaba a monopolizar el cielo de la Ciudad.
El hecho comenzó con la aparición repentina de dos ladrones especializados en este nicho delincuencial, que pese a estar provistos de armas de fuego y, a superarlo tanto en número como en fuerza, lo golpearon en varias oportunidades, mientras le exigían que desbloqueara el teléfono, que instantes antes le habían sacado de uno de sus bolsillos.
La intención de los sujetos era ingresar al dispositivo y realizar una transferencia desde una billetera virtual.
El aparato presentaba varias medidas de seguridad y aquello exacerbó a los ladrones, que volvieron a utilizar el recurso de los golpes para que les proporcionara los accesos.
Pese a la actitud colaborativa del damnificado, los sujetos no tuvieron piedad.
Es que si bien el hombre facilitó las claves, no pudieron acceder a las cuentas de la víctima.
Todo apunta a que los ladrones no supieron cómo digitar uno de los símbolos, aunque también se especula con que, en pleno fragor del robo, los violentos, inmersos en un torrente de adrenalina, salvajismo y excitación, no pudieron escribir de forma correcta el conjunto de caracteres.
La hipótesis principal sugiere entonces que, probablemente, los sujetos no tenían planeado secuestrar al hombre.
En este sentido, se proyecta que la hoja de ruta indicaba que debían arrancarle los objetos de valor a la víctima y que, posteriormente, el resto de la banda los pasaría a buscar en un utilitario en el punto de encuentro estipulado de antemano.
Pero al ver que la operación estaba a punto de convertirse en un verdadero fracaso, los asaltantes habrían decidido sobre la marcha llevarse al damnificado de rehén para continuar en el intento de concretar la transferencia de dinero en el interior del rodado.
Por lo menos así lo terminaron llevando a cabo.
Apenas vieron a la camioneta acercarse a ellos, nuevamente apelaron a la violencia. Golpes de puño, cachetadas y patadas. Todo para amedrentarlo y “ablandarlo” en lo que sería la siguiente instancia: introducirlo contra su propia voluntad en la unidad.
En apenas un puñado de minutos, el hombre que se dirigía al trabajo se encontraba en el interior de un vehículo, rodeado de gente extraña, que además de golpearlo y exigirle que mantuviera la mirada hacia abajo, le pedían que concretara las operaciones.
Pese a la desesperación, el hombre alcanzó a tener un instante de lucidez y recordó que no le quedaba dinero en su cuenta, porque lo había retirado hacía tan solo unas horas.
Pidió que revisaran su mochila y se quedaran con los diez mil pesos que habían en un bolsillo y aclaró que era lo único que tenía.
Tras varios minutos de zozobra, el hombre finalmente pudo abrir sus cuentas bancarias y probó de ese modo que efectivamente su saldo era cero.
Fue así que los sujetos decidieron frenar y hacerlo descender de la camioneta. Todo apuntaba a que la pesadilla había llegado a su fin, pero no. Una vez que puso sus pies en tierra, lo volvieron a agredir entre tres ladrones.
Recién cuando pudo levantarse del piso, se percató de que estaba perdido. Y fue luego de caminar varias cuadras, que se encontró con un vecino, que lo ubicó en tiempo y espacio y llamó al 911 para pedir ayuda.
Luego se enteró de que lo habían abandonado en 17 y 635.
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