“El jardín del deseo”: pecado y expiación según Paul Schrader
Edición Impresa | 3 de Junio de 2024 | 03:38

A lo largo de su vida, Paul Schrader ha tenido una relación complicada con el cristianismo. Creció en un estricto hogar calvinista, fue a un colegio cristiano, abandonó la fe y finalmente regresó, aunque a una confesión diferente. Y aunque mucho se dice de sus raíces religiosas, el guionista y director que saltó a la fama tras escribir “Taxi Driver” difícilmente encaja en el molde de un creyente convencional.
Sus historias a menudo explotan los resultados lógicos pero peores posibles de la espiral de depravación o desesperación de sus personajes. Pero la fe de Schrader siempre está presente incluso en sus películas más profanas. “No podés dejar atrás tu programación original”, declaró el director de 76 años, a raíz de la presentación de su última película, ”El jardín del deseo”.
En rigor, no es su último trabajo: el cineasta acaba de mostrar en Cannes “Oh, Canada”, película que dice que filmó intuyendo que el final de su vida estaba cerca. “Oh, Canada” es su segundo trabajo en tres años: estrenó hace dos años ”El jardín del deseo”, que recién llegará este jueves a los cines argentinos.
“El jardín del deseo” es la última entrega de la “Trilogía del hombre en la habitación” del director, algo que él admite libremente que fue más una cuestión de marketing que una conexión intencionada entre las tres películas. Cuenta la historia de un horticultor con un oscuro pasado (Joel Edgerton), que encuentra la curación a través de una joven mientras ella lucha con sus propios demonios.
Y aunque la primera de la trilogía, “First Reformed”, de Schrader, nominada al Oscar, fue la más explícitamente religiosa, las tres películas - “The Card Counter” es la segunda de la serie- exploran temas como la expiación y la redención, un alejamiento de la depravación que caracterizó a muchas de sus películas anteriores.
“Creo que en parte se debe a la edad. A medida que envejecés, buscás metáforas apropiadas para tu edad”, explicó. Y añadió que también quería explorar cuestiones sobre la penitencia y el arrepentimiento a la luz de las actuales fracturas sociales sobre cómo se puede conseguir el perdón por malas acciones pasadas - a la “cultura de la cancelación”. Y aunque históricamente sus películas han estado repletas de comentarios sociales, cada vez se siente menos optimista sobre el tipo de cambio que puede provocar el arte.
“Cuando era más joven, tenía, como hijo de los sesenta, muchas más esperanzas de que el sistema pudiera doblegarse a nuestra voluntad colectiva. Ya no conozco a mucha gente que crea eso”, afirmó.
UN AUTOR PROLÍFICO
Schrader ha luchado contra una serie de problemas de salud en los últimos años y en febrero del año pasado se trasladó a un centro de mayores para estar con su mujer, a la que diagnosticaron Alzheimer hace ocho años. “Ese tren sólo va en una dirección”, respondió con sobriedad cuando se le pregunta por su estado.
Pero nada de eso ha impedido que el prolífico escritor siga trabajando. Acaba de viajar a Francia para estrenar ”Oh, Canada”, donde Richard Gere encarna a un documentalista y activista en cáncer terminal, Leonard Fife, que recibe en su casa a un equipo de rodaje de ex alumnos. El objetivo es recoger sus últimas impresiones de la vida, de su oposición a la guerra de Vietnam, su deserción y huida a Canadá y su lucha política. Pero el protagonista acepta porque en realidad quiere limpiar su conciencia ante su esposa (Uma Thurman), a riesgo de destrozar la imagen que se ha creado de si mismo. Empezando por la deserción, que quizás no es lo que parece.
El prolífico Schrader, que medita allí sobre la verdad y la mentira, buscada o involuntaria, en un juego de espejos que se despliega pausadamente ante el espectador, entre pasado y presente, también escribió otro guión, que vendió a Elisabeth Moss para que lo dirigiera, y siguiendo con su fascinación por las historias de fe, había planeado una serie de Netflix sobre los orígenes del cristianismo con su amigo y colaborador habitual, Martin Scorsese, que en su día se planteó el sacerdocio.
Pero Schrader reveló que incluso después de que surgieran titulares anticipando el proyecto y de que les dijeran que estaban cerca de la meta con Netflix, el servicio de streaming finalmente decidió no avanzar.
RELIGIÓN Y CINE
“Muchas de esas compañías se están echando realmente atrás. Y sobre todo una serie tan cara como ésta, en la que tienes que construir los decorados para toda una temporada”, dijo. La serie iba a llamarse “Apócrifos”, por la colección de literatura que queda fuera del canon bíblico. Exploraría los orígenes del cristianismo a partir de Pentecostés, una celebración que, según la tradición, conmemora el descenso del Espíritu Santo sobre los primeros seguidores de Jesús tras su resurrección. Habría sido un apropiado y completo círculo para el dúo, que desató la polémica después de que Schrader escribiera el guión de “La última tentación de Cristo”, de Scorsese, quien, ahora, prepara otra película sobre la vida de Jesús.
Cuando era más joven, tenía, como hijo de los sesenta, muchas más esperanzas de que el sistema pudiera doblegarse a nuestra voluntad colectiva. Ya no conozco a mucha gente que crea eso”
Paul Schrader
Guionista y director de cine
Tanto Schrader como Scorsese comparten una profunda reverencia por su fe que se mantiene a la par, y a veces en tensión, con una voluntad de transgredir lo que pueden establecerse como creencias ortodoxas dentro de la tradición cristiana. Pero esa tensión, a menudo reflejada en sus obras, ha proporcionado un espacio para la reflexión espiritual sincera que los creyentes no siempre se sienten autorizados a hacer en entornos explícitamente religiosos.
Y a pesar de que en algunos sectores del cristianismo conservador se les considera parias debido a la duradera controversia de “La última tentación”, Schrader sostiene que la pareja siempre ha llevado sus respectivas tradiciones encima, como cineastas y como creyentes.
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