Filman en La Plata una película sobre una pionera del pensamiento del cine latinoamericano
Edición Impresa | 10 de Agosto de 2024 | 03:55

Radicada en Brasil desde hace 40 años, Silvia Verga volvió a La Plata, la ciudad en la que se formó en la Escuela de Cine en los sesenta y de la que en los setenta se exilió junto a su compañero, Alfredo “vasco” Oroz, de quien tomó su apellido. En el país vecino, Silvia Oroz desarrolló una destacada carrera centrada en la investigación y en la docencia, que todavía continúa. Su regreso a sus orígenes, además del esperado reencuentro con amigos, tuvo un motivo central, y es el rodaje de un documental que, sobre su figura, está llevando a cabo el joven cineasta brasileño Gregory Baltz.
Aunque el filme incluye locaciones en ciudades de diferentes países a los que ha llegado el trabajo de Silvia, desde el mencionado Brasil pasando por Cuba y hasta México, Argentina tiene un lugar destacado.
“La Plata es central para la formación de Silvia, ella dice que es uno de sus ‘Rosebud’, como en la peli de Orson Welles (‘El ciudadano Kane’)”, asegura Baltz, en diálogo con EL DIA, sobre lo fundamental que fue para el equipo de rodaje desplegar las cámaras y prender los flashes en lugares de singular importancia dentro del cuadrado pensado por Benoit.
“Su mamá tenía un cine acá, el cine Mayo, donde hoy es la Galería Mayo, pero fue en la UNLP donde ella pudo pensar y organizar las cosas y, junto a muchos compañeros y amigos, empezar su trabajo en el cine”, agrega el realizador.
Silvia forma parte de la segunda promoción de graduados de la Escuela de Cine de La Plata, que llegó a ser una de las más importantes del país, y pionera en América Latina. En esas aulas, trabó amistad con Ricardo Moretti, Carlos Vallina, Eduardo Giorello, Diego Eijo y el mencionado Alfredo Oroz. Con ellos cinco filmó, entre otras obras, “Informes y testimonios. La tortura política en la Argentina, 1966-1972” (1973), considerado como “el más completo documental argentino sobre derechos humanos”, realizado en “una época en la que el tema no era prioritario en la agenda mental y política de los argentinos” y cuyo contenido “parece anunciar la tragedia que se instalaría después con la dictadura militar y sus 30 mil desaparecidos”, según supo escribir en estas páginas el crítico Amílcar Moretti.
Siguiendo a su compañero de vida en el exilio, Silvia siguió formándose en Brasil, en donde se consolidó como una respetada profesora universitaria de proyección internacional. Con una maestría en la UNB y un doctorado Honoris Causa por la Universidad Autónoma de México, escribió en los 90 el libro “Melodrama: El cine de las lágrimas de América Latina”, una obra bisagra y que fue adaptada al cine por el director Nelson Pereira dos Santos. También es autora de libros sobre Cacá Diegues y Tomás Gutiérrez Alea, entre otros textos de investigación.
“Silvia es una pionera en el pensamiento del cine latinoamericano”, destaca Gregory, y advierte que “Melodrama...” es el “primer libro del mundo que hace una unidad de pensamiento del cine latino: se crea una unidad entre los melodramas de los 30, 40 y 50. Hasta ese momento no existía ningún trabajo que hablara de forma tan sólida sobre la fuerte comunicación que había en estos países”.
Por todo lo que Silvia representa para el cine regional es que Gregory quiso llevar su historia de vida y obra a la pantalla. La une a ella un vínculo “casi familiar” porque la conoció a sus siete años, hace ya 23.
“Conozco a Silvia desde niño, mi mamá fue coordinadora de un curso de cine en Brasil y Silvia ya era maestra ahí. Ella me mandaba diarios por e-mail para aprender español y me invitaba a ir a su casa para ver telenovelas y pelis”, cuenta el joven realizador en un perfecto español, y revela que cuando entró en la universidad leyó “Melodrama” y ahí empezó a descubrir otra faceta de Oroz, la profesional que se escondía detrás de la persona, y quedó fascinado.
“Ahí me surgió la idea de hacer una peli de Silvia que viajaba por Brasil, Cuba, Argentina y México. Pensé que nunca iba a pasar, por ser una persona argentina que vive hace 40 años en Brasil, no sabía si iba a interesar al gobierno brasileño pero al final entendieron la importancia de su trabajo, y conseguimos financiamiento para realizar la peli que está en su etapa final”, dice Gregory.
El rodaje en La Plata se llevó a cabo en lugares como la cervecería Modelo, en donde amigos como el “Chino” Vallina prestaron su testimonio, y en otros bares en los que Silvia se reencontró con amigos como Víctor Jorge Ruiz. Otras escenas se rodaron en el frente de la Galería Mayo, en donde estaba el extinto cine familiar. Silvia también regresó a la UNLP, recorrió el archivo del departamento audiovisual de la Facultad de Artes y hasta dio una charla: “Las risas y llantos de América Latina”.
Tras el periplo argentino, que también incluyó filmaciones en la Ciudad de Buenos Aires, regresarán a Brasil en donde los esperan las últimas dos jornadas de rodaje y luego se volcarán a la pos producción. Gregory anticipa que será un trabajo arduo “porque, además del montaje, tenemos que conseguir las películas que hablamos en la peli, que están en el trabajo de Silvia, y tenemos que ir detrás de las músicas”.
Sin fecha de estreno prevista, el realizador está emocionado por este proyecto por todo lo que significa no solo en lo personal, por su vínculo con la protagonista, sino por lo profesional, en tanto es su primer largometraje y está entusiasmado por ir paso a paso, disfrutando el momento.
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