“Sin resistencia”: desvalijaron la casa de un técnico en electrónica
Edición Impresa | 19 de Agosto de 2024 | 04:47

Tan solo 24 horas después del escruche que sufrió un hombre de 31 años, a quien le desvalijaron el galpón de su vivienda ubicada en 122 y 66 bis cuando se encontraba en el trabajo, nuevamente un vecino de la Región sufrió en carne propia el embate de una modalidad, que parece haberse puesto de moda en el mundillo del hampa.
Es que se trata del octavo hecho de este tipo que ocurre en menos de una semana. Esta seguidilla de actos criminales se inició el pasado lunes en 462 entre 26 y 27. El mismo día atacaron una casa ubicada en Camino General Belgrano y 21, de donde se llevaron un taladro.
Al día siguiente vaciaron una vivienda del cuarto piso de un edificio que está en la cuadra de 18 entre 40 y 41. 24 horas después irrumpieron en una vivienda ubicada en 27 y 491. Pese a que se activó la alarma, los sujetos se llevaron un TV.
El viernes, en tanto, le vaciaron la casa a una docente ubicada en 170 entre 33 y 34, barrio Obrero de Berisso. Para tener una dimensión del hecho, basta con resaltar que le robaron hasta un par de zapatillas rotas.
El séptimo episodio tuvo como escenario una casa ubicada en 457 entre 23 y 24. Los ladrones se metieron tras violentar una ventana del frente. Se llevaron dinero y varios elementos de valor.
El epílogo de este tren de actos criminales tuvo lugar ayer en 21 entre 75 y 76. A eso de las 22 horas del sábado, un técnico electrónico abandonó su domicilio para dirigirse a la casa de su pareja.
La circunstancia fue aprovechada por un clan delictivo, que arrasó con todo a su paso conformando un millonario botín.
Se llevaron entre otros objetos, herramientas, electrodomésticos, indumentaria, ropa de cama, repuestos de un auto, calzado y, por caso “lo más lamentable”, cinco dispositivos que le habían dejado para su reparación.
A esta cadena de pérdidas, se le debe sumar las rejas y la cerradura ya que para ingresar doblaron las primeras y forzaron una puerta haciendo palanca con un elemento contundente.
UNA HISTORIA SIN FIN
La cantidad de episodios ocurridos en menos de una semana deja al descubierto que la Región se encuentra ante un fenómeno delictivo en expansión.
De norte a sur y de este a oeste, cientos de vecinos se ven afectados por una modalidad criminal que, al analizarla con detenimiento, revela un siniestro equilibrio entre costos y beneficios, favoreciendo a quienes la ejecutan con premeditación.
La clave de esta tendencia creciente radica en la eficiencia del escruche, algo que no sucede en asaltos o entraderas ya que en estas últimas se requiere un mayor despliegue de fuerza, amenazas y violencia en sus diversas manifestaciones físicas, psicológicas y verbales.
En síntesis, el escruche es la opción menos arriesgada para los criminales. Al operar en ausencia de moradores, los ladrones pueden concentrarse en registrar cada rincón en busca de objetos de valor, minimizando el riesgo de confrontación.
Los datos recabados por las autoridades apuntan a una meticulosa planificación en los escruches, donde la inteligencia previa y la asignación de roles específicos como “campana” y “chofer” son puntos clave para el éxito de la maniobra delictiva.
Esta organización milimétrica reduce significativamente las posibilidades de ser descubiertos y aumenta las probabilidades de éxito del golpe, generando un panorama propicio para el incremento de este tipo de delitos en la región.
Sin embargo, no todo es perfecto para los delincuentes, ya que cualquier descuido o evidencia dejada en la escena podría ser el eslabón perdido que conduzca a su captura.
En suma, el ascenso de los escruches como preferencia delictiva evidencia una evolución en las estrategias criminales, marcando un tremendo desafío tanto para las autoridades, en su rol de prevención y los vecinos, quienes lamentablemente deben continuar renovando las medidas de seguridad aplicadas. Muchos coinciden en que ya no alcanza ni con las rejas ni con las cámaras.
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