Discapacidad y educación: prejuicios y temores a la hora de escolarizar a los hijos
Edición Impresa | 25 de Agosto de 2024 | 02:27

“En la escuela tenemos un alumno que hizo toda la primaria en nivel (la escuela tradicional) y en primer año de secundaria empezó con nosotros. En la escuela anterior vivía debajo del banco: no aprendió nunca a leer ni a escribir, ni los números. Ahora, acá cocinamos y, por ejemplo, hicimos pizzas. Y hasta se llevó una hecha por él para que comer con su familia”, relató Ana, psicopedagoga y docente de una escuela especial que eligió cambiar su nombre para resguardar a sus estudiantes.
Optar entre una escuela nivel (la convencional) o una escuela especial, puede ser una decisión difícil de tomar para muchas familias con hijos con discapacidad en edad escolar. “A veces es un debate, pero no debería ser un debate porque no es que un alumno tiene que estar en un lugar o en otro, en escuela de nivel o de modalidad. Hay que pensar que la inclusión no queda supeditada a las escuelas de nivel sino que se da en cualquier sede, ya sea de nivel o modalidad, y eso a veces es más difícil de lograr que lo entienda el general de la comunidad”, sostuvo al respecto Hernán Gómez, profesor superior en educación especial y diplomado en gestión educativa.
Aprendizaje y socialización, son los dos pilares que persigue cualquier familia
“Si se habla a nivel pedagógico, la inclusión puede darse tanto en escuelas de nivel como en escuelas de educación especial, de lo contrario significaría que un chico que va a escuela de modalidad no está incluido”, completó el especialista.
La Educación Especial es una de las ocho modalidades que tiene el sistema educativo, es transversal a todos los niveles de carácter obligatorio de la educación -inicial, primario y secundario- y tiene como objetivo desarrollar todas las alternativas para acompañar las trayectorias educativas de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes con discapacidad, tanto en sedes de escuelas especiales como en las escuelas comunes. “Por ello, la inclusión es, en sí, el norte de la estructura de nuestro sistema educativo, justamente para que tenga efecto esa garantía al derecho a tener una enseñanza acorde a las particularidades de los estudiantes”, explicó Gómez. Y añadió: “No necesariamente debemos hablar de inclusión cuando tenemos un estudiante con discapacidad dentro de una escuela de nivel con propuesta de inclusión. Porque entendemos que la inclusión en términos de derecho, tiene vigencia y debe suceder tanto en escuelas de nivel como en sedes de educación especial”.
Entonces, si la inclusión se puede dar en cualquiera de las ocho modalidades educativas, ¿por qué está solamente asociada a la concurrencia de los chicos a la escuela de nivel?
“La ley de inclusión le vino bien a muchos. Por un lado, a las familias que no pueden aceptar la discapacidad, ya que podían mandar a sus hijos con inclusión plena a escuelas de nivel. Y esa es la tendencia, que estén con inclusión plena, así los estudiantes pasan cada vez más a nivel y salen de la modalidad”, detalló con preocupación Ana. Y vaticinó: “Las escuelas de modalidad especial estamos tendiendo a desaparecer”.
Las familias y la educación especial
A pesar de su negativo pronóstico, Ana comprende que hacia el interior de cada familia se pueden jugar muchas cosas a la hora de elegir el colegio. “Yo entiendo a las familias y su soledad, pero pienso en los chicos. Yo lo veo en territorio, en las escuelas. En especial tienen lo que necesitan. No importan los recursos y herramientas que se usen en la escuela de nivel. Tenemos niños que tienen que ir a especial, porque los grupos son más reducidos, porque hay más profesionales especializados. Porque no importan tantos los contenidos curriculares cuando lo que primero que tienen que aprender es a valerse en la vida. A hacerse un té”, afirmó Ana.
En tanto que Hernán consideró que son muchas las aristas que se contemplan a la hora de definir la escolaridad de los chicos, ya que “no está solo el deseo de que su hijo aprenda. Las familias con hijos con discapacidad también tienen el deseo de que los niños puedan formar parte de una comunidad, que tiene ciertas representaciones que obviamente terminan excluyendo a esas personas”, compartió.
Aprendizaje y socialización son los dos pilares que persigue cualquier familia y en base a eso “te encontrás con familias que no tienen ningún problema y que aceptan que sus hijos vayan a las escuelas de la modalidad, en donde la enseñanza es maravillosa porque es un gran trabajo que tiene la modalidad de la educación”, pero así y todo muchas veces “te encontrás con otras que se resisten, que prefieren que sus hijos vayan a escuelas de nivel común, a escuelas que tienen que desarrollar propuestas de inclusión, en donde va un docente que acompaña la trayectoria del estudiante pero también el quehacer de los docentes. Trabajan de manera conjunta, en corresponsabilidad con los docentes de los niveles para desarrollar las actividades y la enseñanza; una enseñanza configurada, entendiendo el contexto y entendiendo la particularidad de ese chico”.
Reparos familiares
Las ganas de inclusión, de que pertenezcan a una comunidad, de que socialicen con otros chicos, o simplemente el temor a lo desconocido, son algunos de los motivos que hacen que estos padres insistan con la escuela de nivel. Pero incluso aquellos que “se presentan más resistentes a que los chicos vayan a las escuelas especiales, después de un tiempo, después de algunos años, terminan por darse cuenta que por ahí es una mejor propuesta para sus hijos que vayan a la escuela sede y que no estén en inclusión, porque te encontrás barreras en el camino y esas barreras son cada vez más grandes”, manifestó Gómez.
La escuela y la preparación a futuro
Los adolescentes y jóvenes que en educación de nivel concurrirían a colegios secundarios, en las escuelas de modalidad reciben “formación general pedagógica y formación técnica donde se articulan esos saberes con saberes del trabajo”, señaló el docente.
La Educación Especial es una de las 8 modalidades que tiene el sistema educativo
Con formación técnica se refiere a un “espacio donde aprenden cuestiones que tienen que ver con lo laboral, que los prepara para formar parte de contextos laborales”, indicó. Y reconoció que esto “es un gran desafío ya que, no solo se busca enseñar técnicas de trabajo sino que además se problematizan las múltiples dimensiones del trabajo: lo social, lo económico, lo ambiental, lo histórico. Está formación ha venido a reafirmar el paradigma de inclusión (aún más) sobre la enseñanza, porque hasta hace poco tiempo se creía que nuestros estudiantes con discapacidad solo podían aprender oficios y por ello solo te encontrabas en las escuelas talleres de cocina, de carpintería, pintura, etcétera”.
“No es fácil tener un chico con discapacidad, no importa cual sea, puede ser una parálisis cerebral, autismo o un retraso madurativo. No es fácil para ninguna familia. Hay quienes lo pueden llevar muchísimo mejor y a otros les cuesta muchísimo tiempo”, esbozó por último Gómez. Y concluyó que por eso en las escuelas de modalidad cuentan con “un as bajo la manga”: “Yo siempre digo que tenemos ese plus de poder, ese plus necesario para entender, comprender y acompañar esa familia”.
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