Se va el camello llega a los 20 años: “Vivimos para esto, es lo que nos motiva”
Edición Impresa | 12 de Septiembre de 2024 | 04:49

Hace dos décadas, un grupo de muchachos de la Ciudad formaba, casi como un juego, una banda. Veinte años más tarde, siguen tocando: “No entendemos cómo pasó tanto tiempo”, dice Tomás Rusconi, voz y guitarra de Se va el camello, que celebra las dos décadas con un show el sábado en la sala de 43 entre 7 y 8.
“Arrancamos muy chicos, teníamos 15 años y ya estábamos tocando en los bares”, recuerda Rusconi, en diálogo con EL DIA, y promete para la celebración de aquel momento fundacional un recital “bien largo”, un repaso por la historia de la banda, con invitados especiales y “una puesta en escena ambiciosa”.
Un show muy emotivo de armar, confiesa: “Elegir las canciones del repertorio nos llevó a miles de lugares. Es que recordar cada disco es recordar cada momento nuestro crecimiento, las canciones representan cada momento, hoy ya no somos chicos, tenemos familia, otras responsabilidades. En los discos se ve el crecimiento de la banda: las letras de la banda siempre fueron vivencias y se ven las distintas preocupaciones, los matices de la vida que fuimos llevando”.
“Y también desde lo musical está muy clara la evolución”, sigue Rusconi. “Cuando arrancamos, con 15 años, nos divertían otras cosas, los primeros discos tienen candombe, chacarera, y si bien después seguimos fusionando estilos desde el rock, al principio salían muchos ritmos muy bailables: estábamos muy de joda, se ve”, se ríe. Pero “después los discos se fueron endureciendo”.
LA VIDA ADULTA
“Es la vida de adulto… la cosa cambia”, explica. “También se fue definiendo algo más propio de la banda, un terreno en el que nos sentimos más cómodos. De todos modos, no es que todas las últimas canciones son pesadas, siempre hay canciones de distintos estilos, más acústicas… Hacemos la música que más nos gusta escuchar”.
“Y en ese sentido”, agrega Rusconi, “siempre estamos volviendo a nuestras raíces, a lo que escuchaban nuestros viejos, al rock nacional”.
Al calor de esas escuchas arrancaron jovencitos Rusconi (voz y guitarra), Esteban Penovi (bajo), Julian Lizardo (batería), Elunen Moreno (guitarra), Imanol Salinas (guitarra y voz), Ricardo Pelatti (saxo) y Matías Otonelo (guitarra). Y arrancaron “en un momento muy duro para el país”, recuerda Rusconi.
“El día después de nuestra primera presentación fue la tragedia de Cromañón. Así que tuvimos que hacer mucho esfuerzo para producir nuestros propios espectáculos, abrir lugares”.
Pero no se desanimaron, cuenta: “Vivimos para esto, así que sorteamos cualquier cosa, descuidamos algunos aspectos para sostener el proyecto”. Un proyecto que “fue todo inversión: nunca me compré un atado de cigarrillos con la plata de la banda, no es un sostén. Pero es lo que nos motiva en la vida, llevamos más tiempo tocando que sin tocar. Los pibes que iban a nuestros recitales hoy van con hijos adolescentes, y comparten eso. Ese es todo el premio que necesitamos”.
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