Las Fiestas de la realeza: entre luces y sombras

Las tensiones y escándalos en las celebraciones navideñas de las familias soberanas británica y noruega. Conflictos internos, crisis de imagen y momentos destacados

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Virginia Blondeau

marioyvirginia@yahoo.com.ar

Aunque no tengan preocupaciones tales como el precio del atún para hacer el vitel toné o cambiar patio por living porque capaz que llueve, no todas son rosas en las celebraciones navideñas de las familias reales.

Este año el protagonismo del conflicto lo tuvo el príncipe Andrés, hermano del rey Carlos III de Inglaterra, quien, a estas alturas, es como ese tío molesto que nadie quiere que venga pero que no nos queda otra que invitar.

Andrés no cuenta entre sus virtudes la de saber elegir sus compañías. Entre sus amigos hay acusados de corrupción de menores y traficantes de armas. Pese a que siempre vivió al límite del delito, su madre, la reina Isabel II, jamás lo relegó de los actos familiares. Su hermano Carlos, una vez rey, lo alejó definitivamente de su círculo de confianza pero…no se animó a desinvitarlo de la celebración familiar navideña a pesar de que en las últimas semanas saltó la noticia de que había tenido como huésped en los aposentos reales a un espía chino.

Hay una palabra que define muy bien a los ingleses: polite. La cortesía, la necesidad de hacer lo correcto, de mantener las formas. Decirle a Andrés que no se presente hubiera sido una afrenta. Por suerte el propio príncipe, a último momento, rechazó la invitación y no opacó el festejo.

Después de un año tan duro, marcado por su enfermedad y por la de la princesa de Gales, el rey quiso que la Navidad 2024 fuera especial.

Las celebraciones principales fueron en la residencia de Sandringham y la cifra de invitados ascendió a 45. Sabemos que fueron más que los habituales porque el propio príncipe Guillermo expresó ciertos reparos a juntar tantos parientes en una misma habitación y por tres días consecutivos muy intensos. Siguiendo la tradición de su madre, el rey incluyó en la agenda del 24 la ceremonia del té, la entrega de regalos y la cena de gala. El día de Navidad todos asistieron a misa y compartieron un pantagruélico almuerzo. A la tarde vieron en familia el discurso a la nación que Carlos había grabado unos días antes y, aunque no tenemos la certeza de que lo hayan hecho, normalmente se organizan juegos y entretenimientos. Los familiares más cercanos suelen permanecer en el castillo uno o dos días más.

Desconocemos si Carlos también mantuvo la desagradable costumbre que tanto divertía a la reina Isabel II: la de que todos los invitados se pesaran cuando llegaban y cuando se retiraban para ver cuánto habían engordado en esas tres jornadas de comilona. La reina “exigía” por lo menos un quilo de más. Cuentan que Diana, con antecedentes de bulimia, detestaba este juego perverso y que a Kate tampoco le resulta gracioso.

Hablando de Kate, estas fiestas fueron el escenario de su regreso. Una vez más fue anfitriona de concierto coral “Juntos en Navidad” y brilló en el único acto público de las celebraciones: la caminata hacia la iglesia. Con sus típicos tapados de corte impecable de la firma Alexander Mc Queen y su tocado, opacó a las demás damas de la familia. Ella caminó cual gacela y se concentró en conversar con aquellas personas, en especial mujeres, que compartían con ella su experiencia con su misma enfermedad. Sus opiniones coincidían: Kate fue y es una inspiración y un ejemplo para todos los que están recibiendo un tratamiento contra el cáncer.

Mientras, el príncipe Guillermo controlaba a sus hijos: Jorge ya es todo un caballero, Carlota es una mini-Kate y el pequeño Luis es un terremoto que iba recolectando dulces y chocolates a su paso a tal punto que tuvo que pedirle a su padre que lo ayudara.

Pero los Windsor no fueron los únicos en el epicentro de las tormentas navideñas. En Noruega la familia real está atravesando sus horas más bajas. De esa familia rodeada de nieves idílicas no queda nada y todo es oscuridad: el rey Harald y la reina Sonia ya están frisando los 90 años y tienen muchos problemas de salud; la princesa Marta Luisa se ha casado con un chamán acusado de fraude y abuso sexual; Marcus, el hijastro del futuro rey, está preso por violaciones reiteradas y consumo de estupefacientes, y su madre, la princesa Mette-Marit carga con la sospecha de haber encubierto sus delitos.

Ante este desastre, los encargados de prensa de la corte los han mandado a trabajar para levantar la decaída imagen. Aprovechando el espíritu navideño han organizado almuerzos, visitado hospitales, y entregado regalos como nunca en su vida. Si bien el objetivo era desviar la atención, cada vez que ponían el pie en la calle, los periodistas preguntaban sobre la actitud que iban a tomar por la encarcelación de Marcus o sobre cómo iban a pasar las fiestas en este clima hostil. Nunca contestaron pero el rey Harald no pudo soslayar el tema en su discurso de Año Nuevo en el que dijo que la salvación era tener una cómoda. En sentido figurado, claro. Les trascribimos sus palabras por si son inspiradoras para nuestros lectores.

Para nosotros en la familia, este ha sido un año en el que nos hemos puesto a prueba. Un año en el que hemos tomado aún más conciencia de lo que importa en esta vida.

Ninguno de nosotros se libra del dolor y las dificultades. Algunos se ven más afectados que otros. Pero lamentablemente nadie escapa a experimentar cosas malas en la vida. Todos y cada uno de nosotros tenemos que encontrar maneras de resistir y tratar de salir adelante.

Necesitamos algunos cajones dentro de nosotros para ordenar las emociones y ubicar la responsabilidad en el lugar que corresponde. También necesitamos cajones para aquello que nos da fuerza, sentido y alegría. Quizás necesitemos una cómoda entera.

Mucho nos queda aún por conocer sobre los secretos de las fiestas navideñas en los palacios, sobre los grandes acontecimientos del año que pasó y sobre los que podemos esperar de las agendas en el año que comienza. Son temas que iremos abordando en las próximas entregas.

 

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