El 17 de Octubre de 1945: a 80 años de un día que marcó al país

Cómo se gestó y desarrolló la movilización obrera que llegó a Plaza de Mayo para reivindicar a Perón. El papel clave de los trabajadores de Berisso y Ensenada, con los frigoríficos como epicentro y Cipriano Reyes como referente

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La gran movilización popular del 17 de octubre de 1945 fue el resultado de un largo proceso de organización obrera. Desde los frigoríficos Armour y Swift de Berisso, que eran por entonces verdaderas ciudades fabriles donde se fundía una comunidad cosmopolita de argentinos y europeos, echó a andar el movimiento que, con el impulso de los sindicatos, sacó a la calle a miles de trabajadores.

En los galpones de la ribera de nuestra región, a la vera del Puerto, entre corrales y calderas, pensiones y conventillos, sobre los adoquines de la emblemática calle Nueva York, se había consolidado una conciencia de clase que pronto desbordaría los límites locales.

La huelga general por tiempo indeterminado de octubre del ‘45 había exigido una logística de primera magnitud para la época. Desde agosto, los gremios de la carne, del vidrio, los portuarios y los metalúrgicos, principalmente, debatían la necesidad de crear un partido obrero y de responder ante la ofensiva, interna de un sector del gobierno de facto y externa, de parte del arco político tradicional, contra el ascendente coronel Juan Domingo Perón, por entonces vicepresidente y secretario de Trabajo y Previsión.

En septiembre, la llamada “Marcha por la Constitución y la Libertad” había concentrado y galvanizado a los sectores antiperonistas, y las bases sindicales del sur del Gran Buenos Aires entendieron que era momento de hacerse ver y escuchar.

Mientras tanto, el escenario se ponía cada vez más turbulento. Una conspiración encabezada por el general Arturo Rawson, la reimplantación del estado de sitio, el encarcelamiento de periodistas y jueces, y las protestas estudiantiles sumaban tensión y confusión. El gobierno militar que había derrocado al presidente Castillo el 4 de junio de 1943 se resquebrajaba. Perón fue obligado a renunciar a todos sus cargos, arrestado y detenido en la isla Martín García. El país parecía encaminarse hacia una transición controlada por los sectores más conservadores del Ejército.

LA ARENGA DE REYES

En Berisso, sin embargo, el clima era distinto. Allí, el liderazgo de Cipriano Reyes, un obrero de la carne, autodidacta y sindicalista incansable, encendía la chispa de la resistencia. “Yo mañana salgo a la calle y el que quiera que me siga”, lanzó en una asamblea que quedaría en la memoria de muchos.

El propio Reyes impulsó la creación de un comité de enlace que articuló a los frigoríficos del Riachuelo con los obreros del azúcar de Tucumán, los metalúrgicos, los petroleros de Ensenada y los vidrieros de Avellaneda, entre otros. El movimiento obrero del sur bonaerense se preparaba para hacer historia.

El 9 de octubre, en una reunión en Quilmes, sesenta dirigentes sindicales debatieron el curso a seguir. La conducción de la CGT, en la que terciaban fuerte los ferroviarios, dudaba y proponía avanzar con cautela. Pero los bastiones de la carne en Berisso y los azucareros del norte ya estaban decididos a actuar.

El 10 de octubre, Perón pronunció su último discurso como funcionario, despidiéndose ante una multitud movilizada por Reyes y Mercante. Durante la semana siguiente, el descontento creció. En el sindicato de la calle Punta Arenas, en Berisso, los obreros se reunían día y noche. Las mujeres, madres, esposas y también trabajadoras, fueron parte activa de interminables asambleas. El puerto, la calle Nueva York, la avenida Montevideo y el barrio de Villa San Carlos estaban en ebullición. En Avellaneda, el gremio del vidrio ya organizaba columnas para marchar sobre la capital federal.

LA MARCHA SOBRE LA PLATA

La conducción real del movimiento, que ya era buscada por la policía, operaba desde la CGT, aunque la cúpula formal de la central obrera considerara que no estaban dadas las condiciones para “quemar las naves”.

Finalmente, presionados por las bases, los dirigentes declararon un paro para el 18 de octubre, pero ya era tarde: las calles estaban tomadas por la multitud.

El 15 y 16 de ese mes, el comité obrero de Berisso lanzó la huelga general. Centenares de miles de volantes convocaron a la lucha. Desde el amanecer del 17, varias columnas de trabajadores, hombres y mujeres, partieron a pie desde Berisso y Ensenada, cruzando el puente Roma y avanzando hacia La Plata con su ropa de fajina, entre bombos y cantos.

En el centro de nuestra ciudad, ocuparon plazas, rompieron algunas vidrieras, atacaron clubes e improvisaron tribunas y escucharon discursos de dirigentes como María Roldán, pionera del gremialismo femenino.

Desde aquí partieron hacia Buenos Aires, por los caminos Centenario y Belgrano, sumando columnas en Avellaneda, Dock Sud, y tras cruzar el Riachuelo, La Boca y Barracas. Los obreros de los frigoríficos Anglo y CIABASA cruzaron por el puente Nicolás Avellaneda; los de Wilson y La Blanca, lo hicieron por el puente Alsina.

Hubo choques con las fuerzas policiales y bloqueos que no pudieron frenar la marea humana. Los trabajadores del norte y del interior también se movilizaban en sus pagos: azucareros tucumanos, molineros cordobeses, petroleros, astilleros y metalúrgicos.

EL REGRESO DEL CORONEL

Al caer la tarde, la multitud colmaba la Plaza de Mayo. Los manifestantes, bañados en sudor y cansancio, exigían la libertad del coronel. A las once de la noche, Perón apareció en los balcones de la Casa Rosada y habló brevemente ante el pueblo que lo había rescatado. La historia argentina escribía uno de sus capítulos mas relevantes.

El 18, la CGT cumplió el paro formal. El propio Perón reconoció el papel decisivo de Reyes -a quien llamó “el héroe del 17 de octubre”- en la jornada previa. El dirigente platense Eduardo Colom también destacó a “Reyes y sus compañeros” como los mayores referentes de la gesta.

Aquel movimiento nacido en los frigoríficos de Berisso no solo liberó a Perón: dio origen al Partido Laborista y abrió el camino a su triunfo electoral de 1946. Desde entonces, el 17 de octubre quedó grabado en la grey justicialista como el “Día de la Lealtad”.

 

 

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