EE UU y China de acercan: dieron un paso para bajar la tensión comercial
| 26 de Octubre de 2025 | 15:11
Por primera vez en meses, Washington y Pekín muestran señales de distensión. El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, anunció un acuerdo tentativo con China para reducir la guerra comercial desatada por los aranceles, en vísperas del encuentro entre Donald Trump y Xi Jinping. El entendimiento busca frenar una escalada que amenazaba con repercusiones globales, pero deja abiertos varios frentes de conflicto económico y tecnológico.
Según explicó Bessent en una entrevista con la cadena ABC, Washington desistió de aplicar un aumento del 100% en los aranceles a los productos chinos, a cambio de que Pekín postergue durante un año las restricciones a la exportación de tierras raras, minerales esenciales para la producción de microchips, autos eléctricos y armamento. “Se evitarán los aranceles”, afirmó el funcionario tras las negociaciones con el viceprimer ministro chino, He Lifeng, en Kuala Lumpur.
El anuncio forma parte de una estrategia más amplia de descompresión impulsada por la Casa Blanca antes de la reunión entre Trump y Xi, que tendrá lugar en Corea del Sur. El Tesoro estadounidense confía en que ambos mandatarios oficialicen allí un marco de acuerdo que reduzca la tensión comercial y ofrezca un alivio parcial a los mercados internacionales.
Agricultura, tecnología y fentanilo
En términos prácticos, Pekín se comprometió a reanudar las compras de soja y otros productos agrícolas estadounidenses, un gesto con fuerte peso político interno para Trump, que necesita reconquistar el apoyo de los estados rurales golpeados por la guerra arancelaria. China había sido el principal comprador de soja de EE.UU. hasta la ruptura comercial de los últimos años.
El paquete de entendimientos incluye también un principio de acuerdo sobre TikTok, la red social de origen chino con 170 millones de usuarios en Estados Unidos. Washington busca que la aplicación quede bajo control de capitales estadounidenses, alegando riesgos para la seguridad nacional. Según Bessent, “todos los detalles fueron ultimados” y sólo resta la validación de los presidentes.
Otro punto sensible abordado en Kuala Lumpur fue el del fentanilo, opioide responsable de una crisis sanitaria en EE.UU. Las partes coincidieron en reforzar la cooperación contra el tráfico de precursores químicos, un tema que se había convertido en una fuente recurrente de fricción diplomática.
Una tregua frágil
El acuerdo preliminar llega en un momento de competencia estratégica creciente entre ambas potencias. En los últimos meses, China había limitado las exportaciones de tierras raras, mientras que EE.UU. impuso nuevas restricciones a la venta de semiconductores avanzados a empresas chinas. Pese al tono conciliador del Tesoro, persisten las tensiones en torno al acceso a tecnologías críticas y a las cadenas de suministro globales.
Analistas señalan que la iniciativa busca dar una señal de estabilidad a los mercados antes de la cumbre, sin resolver los problemas estructurales que enfrentan las dos mayores economías del mundo: la disputa por la supremacía tecnológica, el control de los minerales estratégicos y el rol de cada país en la manufactura global.
Una cumbre que reconfigura alianzas
El avance diplomático entre Washington y Pekín se produjo en el marco de la cumbre anual de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), donde Trump buscó reposicionarse como negociador global. Durante el encuentro, el mandatario firmó acuerdos económicos con Camboya, Tailandia y Malasia, enfocados en fortalecer el comercio de minerales críticos y reducir la dependencia de China.
Además, Trump participó de la firma de un alto el fuego entre Tailandia y Camboya, mediación que exhibió como prueba de su influencia política y económica en la región. “Hicimos algo que muchos creían imposible”, declaró el presidente, mientras los líderes asiáticos destacaban el rol de Estados Unidos en la estabilización fronteriza.
Sin embargo, el tono triunfalista del mandatario contrasta con su estilo confrontativo hacia otros socios. Durante la cumbre, Trump evitó al primer ministro canadiense Mark Carney tras un cruce comercial y sugirió nuevos aranceles a Canadá. También buscó acercamiento con el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, en un intento de aliviar las tensiones provocadas por el proceso judicial contra Jair Bolsonaro, su aliado político.
La nueva distensión entre EE.UU. y China no supone el fin de la rivalidad, sino un intento de administrar las diferencias en un escenario de interdependencia económica. El Tesoro estadounidense apunta a “cadenas de suministro seguras y fluidas”, mientras que Pekín busca tiempo para sostener su producción tecnológica y consolidar su influencia regional.
Si el acuerdo se concreta, representará un respiro para los mercados, pero no un cambio de paradigma. Las dos potencias seguirán compitiendo —y cooperando— en un equilibrio precario que definirá el rumbo del comercio global en los próximos años.
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