El Gobierno tuvo un fuerte apoyo, pero aún sigue lejos del control legislativo

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Mariano Pérez de Eulate

mpuelate@eldia.com

El gobierno nacional obtuvo ayer un rotundo triunfo en las elecciones 2025 de medio término, una jornada a la que había llegado maltrecho en varios frentes. Por eso, además de contundente, la victoria tuvo aroma a sorpresa, si se tiene en cuenta que La Libertad Avanza -el único sello con presencia en todo el país- se impuso en unas 16 provincias y, acaso el dato clave de la jornada, ganaba anoche ajustadamente en la estratégica Buenos Aires, casi una paridad.

Esto último supone una formidable remontada violeta respecto a lo que fue el comicio legislativo provincial del 7 de septiembre pasado, en el que los libertarios cayeron por casi 14 puntos. Pero el resultado cobra además especial importancia porque el distrito más grande del país, en el que están en condiciones de votar más de 13 millones de personas, fue el epicentro del gran escándalo de la campaña: la renuncia a la candidatura principal a diputado nacional de José Luis Espert, sindicado de haber sido financiado por un presunto narcotraficante.

Así, Diego Santilli, que quedó en lugar de Espert como cabeza de la lista libertaria pero sin su imagenen la boleta, emerge como inesperado triunfador luego de sólo dos semanas de ponerse al frente de la campaña.

El presidente Javier Milei logró además teñir de violeta a las provincias de Córdoba y Santa Fe, donde hasta último momento no quedaba muy en claro qué iba a pasar, y a las más previsibles Ciudad de Buenos Aires, Entre Ríos y Mendoza, todos distritos grandes que aportan significativa cantidad de votos al recuento general.

A nivel nacional el gobierno cosechó más del 42% de los votos en una elección donde la participación fue baja, de algo así como del 67%. Este dato también vino a refutar una de las máximas que se escucharon en la previa en el mundillo político y en el de los analistas de opinión pública: que una baja concurrencia podría perjudicar a los libertarios.

No se quebró la polarización

El resultado de la elección de ayer también deja en evidencia la vigencia de la extrema polarización entre los violetas y las varias versiones del peronismo en las provincias, algunas con sellos más vinculados al pero-kirchnerismo, como Fuerza Patria, y otras con nombres de raigambre más provincial, como en Santiago del Estero, Formosa, La Pampa, Tucumán o Santa Cruz.

Es un juego en el que claramente se evidenciaron perdidosas, porque quedaron absorbidas por esa suerte de centrifugación política, las expresiones que intentaron el camino del centro. En especial la debutante Provincias Unidas, la agrupación de varios gobernadores con pretensiones que apuntan a la elección presidencial de 2027 que no pudieron ganar ni en sus propios distritos.

En este sentido, sobresalen las derrotas del cordobés Juan Schiaretti, en alianza con el gobernador local Martín Llaryola, que terminó segundo por unos 14 puntos porcentuales debajo de los libertarios (quienes candidatearon casi a un desconocido), y del mandatario santafesino Maximiliano Pullaro, que postuló a su vice, Gisela Scaglia, pero quedó tercero, debajo del peronismo y a 22 puntos de los ganadores libertarios.

Una lectura posible es que ese esquema novedoso, basado en un discurso fundacional de respeto al federalismo y al peso productivo del interior, no logró eludir la lógica de la nacionalización extrema del discurso de campaña que impusieron los libertarios, por un lado, y el peronismo por el otro. Nunca lograron esos mandatarios, digamos, imponer las valoraciones de sus gestiones como herramienta para lograr el objetivo nacional de ganar la pelea por la representación de sus distritos en el Congreso. En la mayoría de los casos, en todo caso, ese respaldo ya había llegado cuando se discutieron los cargos provinciales.

Seguir negociando

Hay que destacar que, aunque rotundo, el triunfo nacional libertario de ayer no le asegura ni por asomo el control del Congreso al gobierno de Milei.

Con lo que ya tenía en la Cámara de Diputados más la proyección de bancas de acuerdo al escrutinio provisorio de ayer La Libertad Avanza sí ha logrado arañar el número de bancas (unas 80 propias más las del PRO) que le aseguren al Presidente blindar sus eventuales vetos, un método de gestión al que parece adicto. Pero lejos ha quedado de tener quórum propio (se junta con 129 diputados) y mucho menos mayorías especiales. En el Senado tendría unas 18 bancas -sin aliados- de 72 totales.

Estos números obligarán al oficialismo, durante los próximos dos años, a negociar con sectores opositores dialoguistas -como el PRO, Provincias Unidas, partidos provinciales y demás- el tratamiento y salida de eventuales leyes reformistas pendientes, gran promesa del presidente Milei al electorado local y a los observadores internacionales. Entre estos últimos, en especial al gobierno de Estados Unidos y diversos organismos internacionales, donde sobresale el peso del Fondo Monetario, que han comprometido asistencia financiera para ayudar al gobierno libertario, cuyo tesoro está seco de dólares y sus líneas de crédito externo cortadas hasta que no baje el riesgo país.

En su discurso de triunfo, ayer a la noche y con un tono contenido que evitó desbordes papeloneros, Milei insinuó vocación dialoguista al prometer que convocaría a los gobernadores para avanzar con el Pacto de Mayo, aquel decálogo de buenas intenciones reformistas que pareció dormido durante el último año y medio. Dependerá de si su gobierno adopta un nuevo perfil, menos expulsivo y sectario del que se vio hasta ahora. Un recomendación que, por cierto, le hacen prácticamente de todos lados.

Pero más allá de las caras ganadoras (Santilli, Patricia Bullrich, etc), la gran estrella de las elecciones de ayer fue la Boleta Única de Papel (BUP), el cambio de sistema electoral que había sigo una gran apuesta de la gestión mileísta y que da la impresión que llegó para quedarse.

Casi dos años de trabajo que terminó avalando el Congreso y que, no hubo dudas, agilizó notablemente los tiempos de votación. Esa es otra cucarda que se colgaron ayer los libertarios y un elemento que, digámoslo, descolocó a los tradicionales aparatos partidarios, en especial el del peronismo bonaerense. Que, por cierto, se mostró ayer menos movilizado que en septiembre pasado, cuando se votó con la vetusta lista sábana y se definieron los cargos que importaban a los intendentes.

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