VIDEO. Abel Pintos: “Empezó a importarme lo que podía decir, no cómo lo iba a decir”
Edición Impresa | 31 de Octubre de 2025 | 05:46
 
          María Virginia Bruno
vbruno@eldia.com
A los 41 años y tras tres décadas de carrera, Abel Pintos no siente que deba encajar en ningún molde. Convivir entre diferentes géneros, al igual que lo hizo su guía Mercedes Sosa, le ha resultado natural, desde el momento en que “empezó a importarme lo que podía decir, no cómo lo iba a decir”, según dice en diálogo con EL DIA.
Ese modo de entender la creación sin límites ni etiquetas atraviesa toda su obra y sigue marcando sus decisiones artísticas. Una libertad que también lo abrazó cuando necesitó escribir sus propias canciones, algo que simplemente “sucedió”.
Artífice de una carrera registrada en más de una docena de discos, Abel Pintos ha recorrido el país de punta a punta en varias oportunidades, y en la mayoría de sus giras ha incluido La Plata, donde ha cantado para veinte personas en bares, para cientos en teatros y para miles en el Único, escenario bisagra en su carrera en tanto fue ahí, en 25 y 32, donde en 2014 comenzó el imponente circuito por estadios, y al que logró llenar en tres oportunidades.
“Me siento parte de esta ciudad. El público me conoce y yo conozco bien al público porque hemos interactuado en distintos contextos”, repasa el cantante, entusiasmado con el show que mañana ofrecerá en el Hipódromo, y que tendrá “pasajes emocionales, pero se apoyará más en canciones enérgicas, para bailar o saltar”.
Los últimos tickets para su presentación en el festival Noches Capitales están disponibles en la plataforma Livepass.
-Siento que la amplitud de este festival, que programa artistas de diferentes géneros, tiene mucho que ver con tu carrera: empezaste con el folclore más tradicional, pero con el tiempo te fuiste abriendo a otros géneros. ¿Cómo fue ese paso?
-Fue natural, absolutamente inconsciente. Aprendí a conectarme con la música a través de Mercedes (Sosa). La música siempre me generó un lindo estímulo, pero Mercedes me conectó emocionalmente con ella. Empecé a sentir cosas a través de las obras que elegía y su forma de interpretarlas. Todo lo aprendí de ella. Hasta que empecé a escribir mis canciones -ahí arranca otro cuento- pasaron casi diez años. En esos diez años entendía la música desde donde la proponía Mercedes: ella fue pionera en hacer convivir géneros distintos, unificarlos en una voz y generar un nuevo espacio. Al entender la música así, para mí fue normal hacer un disco de clásicos folklóricos y al año siguiente incluir también una canción de Los Abuelos de la Nada. Era natural, ni siquiera lo pensaba. Cuando empecé a escribir canciones, esos límites se licuaron aún más. Lo único que empezó a importarme fue lo que yo podía decir, no cómo lo iba a decir. La estética siempre me resultó una elección.
-¿Qué te llevó a empezar a escribir tus propias canciones?
-Fue un proceso, no una decisión consciente. Sucedió. Ni siquiera era una expectativa escribir canciones. Otra vez, vuelvo a Mercedes: ella tuvo 50 años de trayectoria sin escribir una canción, y para mí eso era la música. Después me enteré de que las canciones podían ser escritas por el propio artista. Yo conocía a Silvio Rodríguez, pero no sabía que él había escrito “Sueño con serpientes”, que la cantaba Mercedes. Pensaba que alguien la había escrito para ella. Era un niño, entendía la música con esa inocencia. Luego comprendí cómo era el proceso, pero eso tampoco me llevó a escribir. Un día escribí una canción, y al paso del tiempo fue una explosión, aunque no inmediata. Pasaron unos 15 años hasta que “Sueño Dorado” se convirtió en una especie de hit o canción popular. Cuando la edité, pasó desapercibida. Los hits de ese disco fueron “Alelí”, “La llave” y “Tu voz”. Fue una sorpresa que cambió mi concepción de la música. Aquella visión que había adoptado de la mano de Mercedes quedó como una base en la historia, pero mi forma de entender la música pasó a ser otra.
-Mercedes siempre estuvo y sigue estando presente en tu carrera. De hecho, meses atrás lanzaste el EP “Gracias a la vida”, que incluye esa canción de Violeta Parra, inmortalizada por Mercedes. ¿Qué te llevó, después de tanto recorrido, a volver a interpretar canciones de otros, y a incluir este himno nacional?
-Estoy en proceso de escribir y grabar canciones nuevas, pero nunca apuro esos procesos. Se me hacía largo estar sin ir al estudio, que para mí es un lugar natural. No me gusta perder el clima porque después me cuesta volver a sentirme cómodo. Entonces quise volver a grabar. Lo planteé a la compañía y un creativo con el que trabajo hace muchos años me dijo: “¿Por qué no hacés ese álbum que hace tiempo querés hacer, con canciones de otros que sentís que podrías haber escrito vos?”. Me pareció buena idea, sobre todo porque este año se cumplen mis 30 años en la música, y así podía celebrar también mis primeros diez años como intérprete.
“Gracias a la vida” fue la última canción que grabé, porque para mí ese era el gran himno de Mercedes. Grabé muchas canciones que ella interpretó, pero esta me merecía un respeto muy grande; necesitaba autojustificarme mucho para hacerlo. En este álbum cobró sentido: era el momento justo.
-Son siete canciones. ¿Fue difícil hacer esa selección?
-Fue muy difícil. Tuve la suerte de comenzar el proyecto sabiendo que sería un EP, no un álbum. Pregunté cuál era el máximo de capacidad y me dijeron siete canciones como mucho. Eso ya me ayudó. Luego me senté con Mateo Rodó, el productor del disco, y le dije: “Te voy a cantar un montón de canciones que quiero grabar y necesito que me ayudes a hacer el ejercicio del ‘suicidio musical’, como dice un amigo mío, Leiva: grabar solo canciones que cuando alguien las escuche diga ‘esta canción es natural en Abel’”.
Queríamos que compartieran algún código genético con mis propias creaciones. Ese fue el ejercicio más duro.
Por ejemplo, soñaba con grabar “Volver a amar”, el clásico de Cristian Castro. La grabamos en demo, la escuchamos, y le dije: “No, no es. Mi versión puede ser linda para alguien, pero no es mía”.
-Hace poco se cumplieron 30 años de tu primera presentación junto a tu hermano Ariel, y compartiste en tus redes una frase: “Camino al andar”. ¿Qué representa para vos?
-Probablemente el aprendizaje más claro y contundente que siento que adquirimos -digo adquirimos por Ariel, que estuvo en ese primer concierto y sigue trabajando conmigo- es justamente eso: se hace camino al andar. Curiosamente, es una frase de la primera canción que canté en mi primer concierto.
Esas causalidades siempre me llaman la atención. En 30 años adquirí mucha experiencia, pero para cada nuevo camino las experiencias son distintas.
La experiencia te da seguridad interna, pero no resuelve lo nuevo. Por eso, al final, se hace camino al andar.
“La experiencia te da seguridad pero no resuelve lo nuevo. Por eso, al final, se hace camino al andar”
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