Quebró el frigorífico Anselmo: triste final para una historia de 90 años
Edición Impresa | 5 de Octubre de 2025 | 03:06

El histórico frigorífico Anselmo dejó de ser parte de la vida cotidiana de Tres Arroyos. Con más de 90 años de trayectoria, la empresa presentó en el Juzgado Civil y Comercial de la ciudad su pedido de quiebra, confirmando lo que durante meses se había rumoreado: el cierre definitivo de la planta, el fin de más de 100 empleos directos y un golpe durísimo para la economía regional.
En la entrada de la fábrica, ubicada sobre la Ruta 228, ya no se ven camiones, proveedores ni trabajadores en sus turnos. Solo queda el silencio, interrumpido por guardias de seguridad y algunos empleados que se acercan para preguntar por su situación. “Nadie nos dice qué va a pasar con nosotros”, expresó un operario con más de dos décadas en la firma.
Los problemas financieros se arrastraban desde principios de año. La empresa pagaba salarios en cuotas, acumulaba retiros voluntarios incumplidos, tenía cheques rechazados por más de 120 millones de pesos y mostraba niveles de producción mínimos. Mientras en sus mejores años llegó a faenar 3.000 cabezas mensuales, en el último tiempo apenas alcanzaba las 1.500, un volumen insuficiente para sostener la estructura.
El Sindicato de la Carne había acompañado los reclamos de los trabajadores y responsabilizó a la conducción. “El problema no es la gente ni el gremio, el problema es la administración, que fue un desastre”, señaló el secretario general Néstor García, marcando la distancia entre la base laboral y la gestión empresaria.
Fundado en 1930, Anselmo se consolidó como motor productivo de Tres Arroyos. Faenaba bovinos, porcinos y ovinos, además de contar con una planta de chacinados que le dio renombre en toda la provincia. Generaciones de familias pasaron por sus instalaciones. “Mi padre trabajó acá, yo entré a los 18 y me voy con 52. Era nuestra segunda casa”, contó un empleado despedido con visible emoción.
En los últimos veinte años, la planta atravesó sucesivos cambios de dueños y una cadena de crisis que nunca le permitió recuperar competitividad. Durante el macrismo, pasó de la familia Hernández al empresario Santiago Bracco, quien luego la vendió a Nicolás Ambrosius. Más tarde, la compañía quedó en manos de un nuevo grupo empresario que tampoco logró sostener la operatoria. Cada intento de reflotarla chocaba contra balances en rojo, deudas crecientes y una escala de producción insuficiente.
El cierre no solo afecta a los más de 100 empleados directos. Transportistas, proveedores de insumos, contratistas y comercios locales dependían en parte de la actividad del frigorífico. “Cada vez que se apagaba la planta lo sentíamos todos: desde el carnicero hasta el fletero. No es solo de los trabajadores, es de todo Tres Arroyos”, resumió un comerciante de la zona.
El derrumbe de Anselmo también refleja un fenómeno más amplio: la dificultad de los frigoríficos medianos y pequeños para sostenerse en un mercado marcado por costos crecientes, presiones financieras y competencia concentrada. Aunque el consumo de carne mostró cierta recuperación interanual, no fue suficiente para empresas que venían debilitadas.
La presentación de quiebra abre ahora un camino judicial.
El juez designará un síndico para administrar los bienes, verificar deudas y atender los reclamos laborales. Los trabajadores esperan que se priorice el pago de salarios atrasados, pero la incertidumbre domina el escenario.
En asamblea, los empleados expresaron su malestar por las promesas incumplidas. “Nos hablaron de proyectos, de posibles inversores, y al final nos dejan en la calle. Nadie sabe qué va a pasar con nosotros”, lamentó una trabajadora.
El frigorífico Anselmo ya no forma parte del presente productivo de Tres Arroyos. Su caída no solo representa la quiebra de una empresa, sino también la pérdida de un pedazo de la identidad industrial de la ciudad. Una historia que comenzó en 1930 y que se cierra en 2025 dejando huellas profundas en la comunidad.
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