Autismo: se trataría de más de una enfermedad

Una investigación internacional refuerza la hipótesis de que el espectro autista no es un único trastorno, sino un conjunto de condiciones con trayectorias distintas

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Durante años se habló del autismo como una condición única dentro del neurodesarrollo. Pero la evidencia científica empieza a desarmar esa idea. Un estudio internacional reciente, que analizó datos genéticos y de comportamiento de decenas de miles de personas en Europa, Estados Unidos y Australia, sugiere que lo que hoy llamamos “trastorno del espectro autista” podría en realidad englobar varios problemas diferentes.

La pista clave está en la edad del diagnóstico. Detectar el autismo en los primeros años de vida no es lo mismo que hacerlo en la infancia tardía o incluso en la adultez. Según los investigadores, los perfiles genéticos de quienes reciben el diagnóstico temprano son distintos a los de quienes lo reciben más tarde. En otras palabras: no todos los casos de autismo responden a la misma base biológica.

El hallazgo explica diferencias clínicas que ya se venían observando. Los niños diagnosticados antes de los seis años suelen mostrar señales muy evidentes desde pequeños: dificultades en la comunicación, conductas repetitivas, problemas de interacción social. En cambio, los diagnósticos más tardíos aparecen con frecuencia acompañados de otras condiciones, como depresión, TDAH o trastorno de ansiedad. Ahora sabemos que esa diferencia también se refleja en el ADN.

El estudio, dirigido por investigadores de la Universidad de Cambridge, calcula que las variantes genéticas comunes explicarían alrededor del 11% de la edad a la que se recibe el diagnóstico. No es un porcentaje alto, pero sí más relevante que otros factores sociales o clínicos, como el retraso en el lenguaje, el sexo o la situación económica familiar.

Este hallazgo abre un debate profundo: ¿sigue teniendo sentido hablar de “el autismo” como una sola entidad? Varios especialistas creen que no. Si los perfiles genéticos son diferentes, y si la evolución de los casos también lo es, entonces lo que hasta ahora se agrupaba bajo una misma etiqueta podría ser en realidad un conjunto de enfermedades relacionadas, con necesidades de tratamiento y acompañamiento muy distintos.

No todos los casos de autismo responden a la misma base biológica

La consecuencia práctica es clara: buscar una “causa única” o un “tratamiento universal” para el autismo no sólo es ingenuo, sino también engañoso. Los científicos advierten que hablar de “epidemia de autismo” o atribuirlo a un único factor, como las vacunas o el consumo de ciertos medicamentos, carece de base sólida.

Los diagnósticos, por otro lado, siguen creciendo, sobre todo en jóvenes y adultos. Esto no significa necesariamente que haya más casos, sino que la conciencia social y las herramientas de detección han mejorado. El desafío ahora es ir más allá del aumento de diagnósticos y empezar a distinguir los diferentes tipos de autismo que conviven dentro del espectro.

La investigación no ofrece respuestas definitivas, pero deja claro que el autismo no puede entenderse como un único trastorno. Quizás en el futuro tengamos que empezar a hablar de “los autismos”.

 

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