Nobel de Medicina: premian revolucionarios avances en inmunidad
Edición Impresa | 7 de Octubre de 2025 | 02:30

El Premio Nobel de Medicina 2025 fue otorgado ayer a la científica estadounidense Mary Brunkow, su compatriota Fred Ramsdell y el japonés Shimon Sakaguchi por descubrir cómo el sistema inmunológico logra mantener el equilibrio y no atacar por error a los propios tejidos del cuerpo. Su trabajo permitió identificar a las células T reguladoras, un tipo especial de glóbulo blanco que actúa como freno del sistema inmune y evita las enfermedades autoinmunes.
Durante décadas, los científicos creían que la llamada tolerancia inmunológica —la capacidad del organismo para distinguir entre lo propio y lo ajeno— se establecía únicamente en el timo, un órgano donde se eliminan las células inmunes que podrían resultar dañinas. Pero en los años noventa, Sakaguchi descubrió que el sistema era más complejo: algunas células con potencial autorreactivo escapaban del timo, y existían mecanismos adicionales para controlarlas fuera de los órganos centrales.
Sakaguchi identificó entonces a las células T reguladoras, que actúan en los tejidos y la sangre para suprimir la acción de otras células inmunes que podrían causar daño.
Años más tarde, en 2001, Brunkow y Ramsdell explicaron por qué ciertos ratones sufrían enfermedades autoinmunes graves. Descubrieron que tenían una mutación en un gen llamado Foxp3, y demostraron que lo mismo ocurría en personas con una enfermedad poco frecuente y severa, el síndrome IPEX.
Luego se comprobó que este gen controla el desarrollo de las células T reguladoras descubiertas por Sakaguchi. Cuando el gen Foxp3 no funciona, esas células no se forman correctamente y el sistema inmunitario pierde su capacidad de distinguir entre invasores y tejidos propios.
El hallazgo y la comprensión de las células T marcaron la inmunología moderna
Estos hallazgos revolucionaron la inmunología moderna. “Las células T reguladoras son esenciales para mantener la tolerancia inmunológica y evitar que los linfocitos ataquen al propio organismo”, explica Gabriel Rabinovich, investigador del CONICET.
Gracias a esta línea de investigación, se abrieron nuevas posibilidades terapéuticas: en enfermedades autoinmunes se buscan estrategias para potenciar o aumentar estas células, mientras que en cáncer, donde pueden bloquear la acción del sistema inmune contra los tumores, se intenta inhibirlas o eliminarlas.
Según Virginia Rivero, investigadora del CONICET, “comprender la biología de las T reguladoras permitió pensar tratamientos más precisos, que modulen el sistema inmunológico en lugar de suprimirlo completamente”.
El descubrimiento de estas células y del gen Foxp3 no sólo resolvió un enigma científico de décadas, sino que abrió un nuevo campo de la medicina, con terapias en desarrollo para enfermedades autoinmunes, el rechazo de trasplantes, el cáncer y otras patologías en las que el sistema de defensa del cuerpo necesita aprender, una vez más, a no confundirse de enemigo.
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