El robo motorizado está de moda entre dos plazas platenses

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Dos barrios de La Plata, los ubicados en torno a las plazas Olazábal y Alsina, unidas por la avenida 38, se encuentran castigados por una verdadera seguidilla de delitos. Allí, en esa distancia de siete cuadras que separa a los barrios Norte e Hipódromo, los vecinos no dejan de protestar y de expresar su temor por la reiteración de robos, la mayoría de ellos cometidos por motochorros.

“Vivimos mirando por la ventana, esperando no ser los próximos”, dicen algunos vecinos con la angustia y resignación. Desde hace meses, los frentistas vienen alzando la voz y tomando medidas para intentar reducir el daño. Robos violentos a locales comerciales, a viviendas, a gente que va a trabajar a primeras horas de la mañana.

La reseña minuciosa realizada por los vecinos sobre los asaltos a locales comerciales, a viviendas y a peatones, con fechas y direcciones de cada uno de los delitos registrados, no deja lugar a dudas. Asimismo, los frentistas aludieron a la creciente intervención de motochorros en esta ola delictiva que los aflige, sospechándose que un par de ellos son los que cometen la mayoría de los robos.

En ese catálogo figuran –entre muchos otros similares- un reciente asalto cometido por dos motochorros contra una joven en la cuadra de 38 entre 2 y 3. La tiraron al piso de una patada, la arrastraron y le robaron el celular. La chica quedó en el suelo y aturdida, mientras algunos vecinos miraban desde las ventanas sin saber si salir o encerrarse.

No sería exagerado decir que los vecinos platenses se están quedando afónicos de tanto pedir mayor presencia policial en las calles. Se demandan más patrullajes –cada vez menos visibles- porque ellos son las herramientas básicas para iniciar la recuperación de las calles, hoy en manos de los motochorros y de toda clase de malvivientes.

Hay pautas objetivas que definen la posible diferencia de un motochorro y no la de un simple y honesto motociclista. El primero suele no contar con patentes identificatorias en sus vehículos y, en caso de haberlas robado, no disponer de documentación que certifique la propiedad del vehículo.

No parece discriminatorio ni vejatorio –como no lo son los operativos de alcoholemia- que quienes conducen una moto sin patente, que utilicen mochilas en las que podrían llevar armas, sean interceptados preventivamente. Se trata de impedir la presencia de quienes salen para robar, asaltar y eventualmente matar a quienes se resisten como pueden, frente a estos asaltantes adiestrados para cometer delitos.

En materia de seguridad ciudadana, la experiencia demuestra que, cuando la Policía lo quiere y se decide a actuar, la ola de delitos se mitiga. Es una realidad ya probada. En el caso que aquí se refleja, sólo haría falta, entonces, que la fuerza policial inicie un combate sistemático contra los motochorros y los resultados positivos no tardarían en hacerse sentir. En cambio, si no lo hace, la Ciudad seguirá siendo zona liberada para los motochorros. Y la ola delictiva continuará.

 

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