Desafiante y volviendo a ser muy bravo, gestó una alegría que hará historia
Edición Impresa | 24 de Noviembre de 2025 | 01:30
Por MARTIN MENDINUETA
Desde la revancha, con eliminación incluída, ante Flamengo en UNO por la Copa Libertadores que Estudiantes no mostraba, con tanta nitidez, un conjunto de aristas elogiosas que dejaron plenos y eufóricos a sus hinchas.
Ayer el Pincha hizo todo sin guardarse nada: Desafió al poder de Claudio Tapia (a Di María le costó explicar luego del partido el titulo que recibieron de manera tan burda como intempestiva), jugó con el firme carácter y la convicción que demandaba la prueba y se convirtió en genuino vencedor.
Sin Carrillo ni Ascacibar, perdiendo por lesión a Santiago Núñez estaba jugando en gran nivel) y, cerca del final, por expulsión a Amondarain, el equipo tutelado por Domínguez estuvo a la altura de principio a fin.
Seductor en el primer tiempo y convencido en su oficio para defender durante el complemento, el Pincha entregó una versión totalmente identificada con su ADN.
A contramano de pronósticos poco optimistas, la prestación colectiva derrochó entrega física, compromiso y un grado elevado de concentración que deparó en aciertos contundentes.
IMPECABLE PRIMER TIEMPO DE UN EQUIPO QUE RECUPERÓ LA BRAVURA
Después de provocar la apostilla más comentada del fin de semana (la decisión de darle la espalda al campeón consagrado por los escritorios del poder de AFA), Estudiantes jugó un gran capítulo inicial, con valentía y convicción para demostrar y demostrarse que sigue siendo un equipo muy bravo para cualquier rival.
El pasillo de honor, dándole la espalda al nuevo campeón, marcará un hito en el fútbol argentino
Diferenciándose mucho de lo que venía mostrando en sus ultimas actuaciones, el equipo armado por Domínguez volvió a dar la talla, como en aquella revancha ante los de Río de Janeiro.
Cristian Medina, Tiago Palacios, Santiago Núñez y Edwuin Cetré fueron baluartes indiscutidos de un repunte manifiesto.
Central, ahora con la vitrina de trofeos engordada de manera artificial, por momentos lució desnudo de cratividad y extrañó demasiado al suspendido Ignacio Malcorra.
“TAPADO POR LA GLORIA”, CENTRAL SÓLO MOSTRÓ ENORME IMPOTENCIA
Lo que está mal, está mal y, tarde o temprano, el espíritu de justicia brota sin pedir permiso.
Probablemente cansado de tantos festejos emocionantes y, a la vez, algo distendido por haber alcanzado la cumbre de la gloria, el Canalla derrochó ganas e impotencia.
Tan quejoso como impreciso, Ángel Di María se mostró como un conductor errático. El griterío azul y amarillo fue a contramano de lo poquito que expresó el dueño de casa cuando manejó la pelota.
Cuando Estudiantes le “comunicó” al anfitrión que iba a dedicarse a defender en campo propio, Holan no supo qué hacer. Su libreto se agotó.
El León le dio la espalda al nuevo capricho de un poder empecinado en correr los límites y le puso el pecho a un examen cargado de dificultad.
Es probable que el camino elegido le depare alguna injusticia más, pero quedó claro que el inmenso abanico compuesto por la mayoría de los futboleros argentinos aplaudió su proceder.
Con lo que hizo minutos antes de empezar el partido, tiró la pelota al campo de los que detentan el poder. ¿Qué harán? ¿Se animarán a más represalias?
Con lo que hizo cuando debió jugar, se aseguró un fin de temporada infinitamente más a tono con los deseos de su gente.
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