Testimonios de mujeres: qué piensan sobre el tema, según cada generación

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El debate entre feminidad y feminismo atraviesa hoy a mujeres de distintas edades y experiencias, y aparece con fuerza tanto en encuestas como en conversaciones cotidianas. Mientras el feminismo suele entenderse como un movimiento político que busca la igualdad de derechos, la feminidad remite a identidades, prácticas y valores históricamente asociados a lo femenino. Sin embargo, en la vida real, estas categorías no siempre se oponen: se superponen, se tensionan y se resignifican según la trayectoria personal y generacional.

Entre las mujeres jóvenes, la diferencia suele plantearse en términos de elección y de política. Camila, de 23 años, lo explica así: “La feminidad es algo personal, íntimo, que cada una arma como puede y como quiere. Puede ser pintarte las uñas o no hacerlo nunca. El feminismo, en cambio, es político. No habla de cómo me visto sino de por qué todavía cobramos menos o tenemos miedo de volver solas de noche”. En cambio, Lucía, de 27, marca distancia con el término: “Yo no me siento cómoda con la palabra feminismo, aunque sí creo en la igualdad. La feminidad, para mí, tiene que ver con valores que aprendí: el cuidado, la sensibilidad, cierta forma de vincularse. Siento que algunos discursos feministas desprecian eso”.

VISIONES ADULTAS

En la adultez, las posturas aparecen atravesadas por revisiones y contradicciones. Mariana, de 41 años, reconoce un cambio en su mirada: “Durante mucho tiempo pensé que feminidad y feminismo eran cosas opuestas. Crecí con esa idea. Con los años entendí que la feminidad es una construcción cultural que nos atraviesa, y que el feminismo vino a cuestionar lo que de esa construcción nos limita o nos duele”. Soledad, de 52, en cambio, se define sin rodeos: “Yo me considero femenina, pero no feminista. El feminismo actual me resulta demasiado confrontativo, muy lejano a mi forma de ver el mundo. Para mí la feminidad tiene que ver con una identidad que valoro y que no siento como una imposición”.

LAS DIFERENCIAS ENTRE EL ANTES Y EL AHORA

Desde otra generación, Elena, de 68 años, aporta una perspectiva atravesada por el tiempo y la memoria. “Cuando yo era joven, ni siquiera existía esta discusión. Ser femenina era cumplir un rol y punto”, recuerda. Y agrega: “El feminismo fue una herramienta para abrir los ojos, no para decirme cómo tenía que ser mujer. La feminidad, si tiene sentido hoy, debería ser algo elegido, no impuesto”.

Las declaraciones muestran que, lejos de una oposición cerrada, feminidad y feminismo funcionan como conceptos en disputa, atravesados por la edad, la experiencia y el contexto social. Para algunas mujeres conviven sin conflicto; para otras generan distancia o incomodidad. En todos los casos, aparece una misma demanda de fondo: la posibilidad de definirse sin mandatos y con mayor libertad.

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