El verdadero triunfo que le dará lustre al clásico platense

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Se le ha llamado “el clásico del siglo”, sin que falten fundamentos futbolísticos para asignarle ese calificativo. Y si bien es cierto que en la historia se disputaron algunos muy trascendentes entre Estudiantes y Gimnasia, ninguno como este que se jugará el lunes próximo parece haber reunido tantos antecedentes no sólo deportivos, sino también correspondientes a la política del fútbol profesional argentino, que lo hayan convertido en tan resonante.

Más allá de que todas las disputas deportivas deban desarrollarse en un marco de normalidad, “el deseo es que la próxima fiesta deportiva más destacada de la Ciudad se lleve con calma y en armonía, para disfrutarla como tal”, según se dijo en este diario en ediciones anteriores.

El estadio de Gimnasia será en esta oportunidad escenario de un encuentro que, por diversidad de factores, concitará la atención no solo de los simpatizantes de ambos clubes, sino de millones de hinchas de otros equipos.

No es del caso analizar acá las polémicas alternativas en que se desarrolló el torneo que ahora transita por sus instancias finales. Fallos dudosos con intervenciones discutibles de los árbitros y del VAR –un sistema que arroja claridad en la mayoría de los países en los que interviene, pero no en el nuestro en donde, por el contrario, sus resoluciones multiplican los interrogantes-; decisiones controversiales en lo que se refiere a expuisiones de jugadores y al dispar criterio de las sanciones que se aplican; supuestos beneficios a determinados equipos; alargamientos insólitos de los tiempos de juego en algunos partidos y cobros de infracciones inexistentes, entre otros episodios que abrieron dudas.

Todo eso debiera formar parte de un proceso ulterior, de modo de poder perfeccionar en el futuro el uso de las reglamentaciones y la mejor forma de tramitar los partidos de fútbol. Las que no debieran reiterarse son las distintas especulaciones que muchos partidos originaron, con multiplicidad de protestas acerca de decisiones presuntamente amañadas, no sólo en lo que se refiere a los arbitrajes sino a la organización de cada una de las fechas, con fijación de horarios y lugares que dieron origen a numerosas sospechas.

De lo que se trata es que, pese a esta verdadera efervescencia de trascendidos y de episodios que originaron un clima tan poco propicio, los hinchas, jugadores y dirigentes de Gimnasia y Estudiantes dejen el próximo lunes un ejemplo tangible de corrección, transparencia y espíritu deportivo con que regirán en el gran clásico de la Ciudad.

Allí estará –y no en el resultado del partido, que será tan solo una consecuencia natural de todo enfrentamiento futbolístico- el verdadero y más trascendente logro que podrá enorgullecer a ambas instituciones y al fútbol argentino. Dejar en pie una conducta leal con el adversario, un ejemplo a seguir, una demostración de que el fútbol puede ser modelo para la vida social y no escenario para la trampa y la violencia.

 

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