Las empresas de EE UU empiezan a huirle de a poco a la cultura woke

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Todas las revoluciones enfrentan una reacción adversa. Hace unos años, Elon Musk y otros seguidores de Donald Trump empezaron a denunciar el “virus de la mente woke”. En 2023, la Corte Suprema de los Estados Unidos dictaminó que la discriminación positiva en las admisiones universitarias era ilegal. Los activistas de derecha empezaron a preparar una guerra legal contra las empresas con iniciativas de diversidad de alto perfil.

Desde que llegó a la presidencia, Trump ha ordenado poner fin a las iniciativas de diversidad del gobierno federal, incluidas algunas que se remontan a Lyndon Johnson, y podría expulsar a las personas trans del ejército estadounidense. Walmart y Amazon se encuentran entre las empresas que están cerrando sus propios planes de diversidad. Mark Zuckerberg, que en su momento celebró el papel de Facebook en la viralización del #MeToo y #BlackLivesMatter, dijo ahora que su empresa matriz necesitaba más “energía masculina” y que pondría fin a sus objetivos de contratación de mujeres y minorías. Las corporaciones estadounidenses habían pasado de doblar la rodilla [un gesto deportivo antirracista] a arrodillarse.

Pero quizás igualmente reveladora ha sido la pérdida de fe entre los partidarios naturales de la revolución. Kamala Harris, que en su momento criticó el historial de Joe Biden en materia de segregación racial, se corrió del wokismo. (Los anuncios de Trump aún decían: “Kamala es para ellos/ellas. El presidente Trump es para vos”). En el Reino Unido, el primer ministro Keir Starmer cambió su punto de vista sobre los derechos trans.

Antes, los activistas progresistas podían insistir en que las críticas a sus causas eran inventadas. Esto se ha vuelto más difícil. Entre los críticos había personas, como los filósofos Sam Harris y Susan Neiman, que se definen a sí mismos como de izquierda, revela el Financial Times.

Walmart y Amazon se encuentran entre las que están cerrando sus planes de diversidad

En los años anteriores, otros movimientos tuvieron un éxito similar. #MeToo denunció el abuso sexual masculino. Los activistas LGTBQIA+ pusieron de relieve las dificultades a las que se enfrentan las personas trans. Tras la célebre ampliación de los derechos de los homosexuales, mucha gente quería estar en el lado correcto de la historia. Añadieron el arco iris a sus perfiles en Internet y pronombres a sus firmas de correo electrónico. Los famosos trans se convirtieron en codiciados embajadores de marcas.

El término “woke” surgió en la comunidad afroamericana estadounidense para describir la conciencia de las injusticias a las que se enfrentan los negros, y más tarde se extendió a la izquierda en general.

El wokismo -todavía no hay un término mejor- describe ahora los intentos de abordar las desigualdades sistémicas a las que se enfrentan los grupos desfavorecidos, incluidas las mujeres, las personas de color, las personas LGTBQIA+ y las personas con discapacidad. Parte de la base de que las personas pueden discriminar inconscientemente al mantener normas no equitativas. Para muchos partidarios, estos intentos continuaron campañas como el movimiento por los derechos civiles en EE.UU.

 

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