“Red Rocket”: vivir con lo puesto

Historia de un malandra, la anteúltima película de Sean Baker, nominado al Oscar por “Anora”, se puede ver en Netflix

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Por PEDRO GARAY

pgaray@eldia.com

Tanto cine se acerca a las vidas de aquellos que tienen que sobrevivir día a día con un afán buenista. Quizás sea culpa, pero en muchas películas que se acercan a los márgenes, todos son buenos, gente noble luchando contra lo que determinan condiciones que los exceden. El reverso de esa tendencia es el miserabilismo: la posición social vuelve la vida de los sujetos de películas como “Precious” en un infierno donde cualquier dignidad les es sustraída, en una última violencia, para entretener al público cinéfilo.

Sean Baker hace otra cosa: ha pasado su carrera apuntando su cámara hacia los márgenes invisibles del capitalismo y el sueño americano, para mostrar su potencia, su vitalidad, sin juzgar. Sus criaturas están desesperadas, sobreviven como pueden, toman decisiones cuestionables, a veces salen airosos, a veces son nobles. Son personas, no metáforas de una clase social.

Baker ha ascendido desde unos inicios en la más profunda independencia hasta Cannes y a los Oscar: ganó el año pasado la Palma de Oro, y ahora es nominado al Oscar, por “Anora”, su última película, también su filme más grande en términos de producción (se puede ver en cines). Antes, hace tres años, había estrenado una irreverente comedia, “Red Rocket”, que se puede ver en Netflix y es una muestra del humor, el humanismo y la fuerza del cine de Baker.

“Red Rocket” es la historia de Mikey Saber. Carismático malandra, este buscavidas está acostumbrado a andar con lo puesto, a vivir con lo puesto, literalmente: pasó su juventud trabajando de su cuerpo, trabajando en la industria porno. La explotación del cuerpo es recurrente en la filmografía de Baker: en el fin del capitalismo, es la herramienta última de trabajo de los precarizados, desde el Rappi al dueño de una cuenta de OnlyFans.

Pero ahora Mikey está sintiendo el final del camino: echado de la industria porno por las malas, vuelve a su pueblo natal sin plan, y por puro afán de supervivencia busca reconquistar a su ex para tener dónde dormir, utilizando a todos los que están alrededor para tejer algún plan espurio que le permita volver a la cima.

En ese camino, se encuentra con una jovencita, y se entusiasma menos por amor, y más por la idea de poder convertirla en una estrella porno. “Red Rocket” es una película complicada.

PERDEDORES

Pero es ante todo una historia de perdedores en la Estados Unidos profunda y abandonada. Y Mikey, con todo su encanto y sus planes, es el primer perdedor: el engañador, en definitiva, se engaña a sí mismo. El autoengaño es otra recurrencia en el cine de Baker, que en “Anora” juega con el cuento de hadas para hacer estallar esa burbuja bajo el peso pesado de la realidad.

¿Hay esperanza, entonces, en el cine de clases de Sean Baker? El final de “Red Rocket”, envuelto en esa fantasía que Baker utiliza tantas veces como contraste de una realidad insoportable, deja todo abierto. Quizás Mikey consiga que su plan triunfe. Quizás, se esté engañando a sí mismo. Tal vez, ambas.

De todos modos, está claro que no habrá despegue y gloria, dinero y éxito. De todos modos, como tantos, tendrá que seguir viviendo día a día, buscando y rebuscando el modo para llegar a fin de mes.

Disponible en Netflix

 

Red Rocket

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