Rafael Grinfeld: gran intelectual y “padre” de la física en La Plata
Edición Impresa | 2 de Marzo de 2025 | 00:14

El Dr. Rafael Grinfeld fue uno de los más destacados científicos, en el campo de la física, que la Universidad Nacional de La Plata haya tenido a lo largo de su historia, aunque su nombre y su figura, de algún modo “manoseados” y académicamente afectados en forma grave por los complejos avatares de la política de nuestro país, han ido siendo injustamente olvidados.
Pero además de su inmensa valía y prestigio en la física, este moldavo de nacimiento, se destacó también como un brillante intelectual y un hombre de ideas socialistas y libertarias, que en ocasiones prefirió sacrificar su propia carrera profesional antes que trabajar bajo situaciones que él, como otros tantos científicos de nuestro país, rechazaba.
Incluso, de regreso en La Plata después de su primer exilio, y por mantenerse vigentes ciertas condiciones políticas opuestas a su ideario, y no claudicar en sus convicciones, no se dedicó a la labor universitaria, sino que, para ganarse el sustento, prefirió trabajar como obrero en una fábrica platense de heladeras, cuestión que le hizo acreedor de un respeto y admiración todavía mayores entre los intelectuales platenses y de todo el país, y también de fuertes críticas emanadas de otros sectores.
Sintéticamente, fue definido en su momento como un “antiperonista de izquierda”, aunque su idea política pasaba más que nada por postulados libertarios y anarquistas.
Al mismo tiempo que dictaba clases de su especialidad en el Instituto de Física de la UNLP, el que con el tiempo se convertiría en la facultad de Ciencias Exactas, también ejercía como docente en el Colegio Nacional “Rafael Hernández”.
Desplegó una importantísima labor como investigador, y estudió en Estados Unidos con científicos que años después obtendrían el Premio Nobel de Física, y más que nada, con el célebre Robert Oppenheimer.
En 1812, la Rusia zarista le arrebató por la fuerza de las armas al Imperio Otomano la región Este del principado de Moldavia y lo bautizó Besarabia, zona que hoy forma parte de la República de Moldavia. Allí, en la ciudad de Kishinev, el 9 de julio de 1902 nació Rafael Grinfeld.
De niño, junto a su familia, se radicó en Argentina, en la ciudad de Santa Fe, en donde estudió el secundario en el prestigioso colegio industrial, tras lo cual, se vino a vivir a La Plata para seguir la carrera de Física, doctorándose con honores en 1928.
El título de grado lo obtuvo en 1926, y mientras llevaba a cabo sus estudios de doctorado, escribió importantes trabajos científicos como por ejemplo, “Contribución al Estudio de las Ciencias Físicas y Matemáticas” y “La ley de Grimm y el potencial de ionización de la molécula de agua”, entre otros varios, la mayoría de los cuales fueron de inmediato traducidos al inglés.
Rafael Grinfeld
Con una fructífera tarea docente y de investigación, y en contacto con otros famosos físicos de Estados Unidos y Alemania, Grinfeld en 1935 publicó uno de sus más trascendentes estudios en “La transmutación de los elementos y la estructura del núcleo atómico”.
“La naturaleza empírica de la industria va siendo superada con vertiginosa rapidez en los últimos lustros al incorporar en sus métodos y procedimientos, los resultados más recientes y avanzados de las ciencias físicas. Se puede decir que cada una y todas las conquistas de la física moderna han aportado o aportarán algo, en el futuro, al progreso industrial. En realidad, el origen de las grandes industrias de nuestra civilización se basa en pocos descubrimientos físicos fundamentales, cuyos autores no sospecharon siquiera su posible utilidad práctica. Se recuerda que cuando un alto funcionario inglés preguntó a Faraday para qué serviría su descubrimiento del fenómeno de la inducción electromagnética, que constituye la base de prácticamente toda la gran industria eléctrica, respondió: ‘¿para qué sirve un niño?’”, sostuvo el platense por adopción en “Algunos aportes de la física moderna al desarrollo y perfeccionamiento de la industria”, obra publicada en 1957.
Para 1944 había publicado más de treinta trabajos de excelencia científica, varios de ellos editados en la revista del Centro de Estudiantes de Ingeniería (CEILP), debido a su compromiso con la formación de los estudiantes, tanto la académica como la ciudadana.
La férrea observancia de sus ideas políticas, como se dijo, hizo que tuviera que exiliarse en algunas ocasiones, para luego regresar al país en diferentes circunstancias.
En agosto de 1931 fue exonerado de sus cargos de Asistente del Director del Instituto de Física de la UNLP (IFLP) y de Jefe de Trabajos Prácticos, y tuvo que exiliarse en Montevideo “por mi lucha contra la dictadura de Uriburu”. En 1932 fue reincorporado a su cargo en el Colegio Nacional, pero no a los de la Facultad.
En abril de ese año, solicitó su reincorporación al Instituto mediante una nota al Consejo Académico de la UNLP, en la que entre otros conceptos dijo que fue “despojado arbitrariamente” de sus cargos por “el interventor de un gobierno de fuerza, expresión que resulta un eufemismo frente a la tiranía pasada”, y logró su restitución en ambos cargos de la Facultad.
A todo esto, ya había obtenido una importante beca para estudiar en Estados Unidos, pero antes de iniciar el viaje demandó que se le restituyeran sus funciones en la UNLP. Y así, en agosto de 1932 pudo partir al país del norte, en donde permaneció hasta febrero de 1934.
Se perfeccionó en Berkeley con una beca de la Rockefeller Foundation en el tema “espectros de bandas y su relación con la constitución de la materia”. Allí trabajó con Oppenheimer, Jenkins, White, Sumner Davis y Ernest Lawrence (Premio Nobel 1940). Con este último participó en experiencias en torno a la desintegración del átomo y desde entonces se mantuvo en frecuente correspondencia.
REPORTAJE EN EL DIA
Tras la detonación de las bombas, realizada por Estados Unidos en Japón, EL DIA publicó el 7 de agosto de 1945 un reportaje al físico de nuestra ciudad, en el que indicó que “asombra y preocupa su aplicación para los objetos destructivos de la guerra, así sea en este caso sometida a la causa de la libertad y de la democracia, en la cual estoy decididamente enrolado”, al tiempo que consideró que la energía atómica puede gestar un “mundo maravilloso que a los fines de la paz y del bienestar puede determinar, pues tengo esperanza que los estudiosos y el pueblo norteamericano sabrán utilizar este poder superhumano de manejar la energía intra atómica para crear su felicidad y la del resto de la humanidad”.
Unos meses después, Perón ganó las elecciones presidenciales y luego fueron intervenidas las universidades. Grinfeld elevó su renuncia al cargo de Director del IFLP, señalando en su nota de dimisión que “en muestra de solidaridad con el Presidente de la Universidad, Dr. Don Alfredo D. Calcagno, hecha pública hace pocos días, está el fundamento de esta decisión que, siguiendo el dictado de mi conciencia, sacrifica la continuidad de una obra iniciada con amor y entusiasmo”.
Se la aceptaron el 11 de mayo, según expresa José Álvarez-Cornett en una breve biografía del científico en su página web.
La historiadora María Eugenia Bordagaray, en “Anarquismo y movimiento universitario en Argentina, 1935-1950”, pone de relieve “la convocatoria del físico platense a un ‘Congreso Científico por la Paz Mundial’. La apuesta es una reunión de matemáticos, químicos, ingenieros, etc., que puedan establecer acuerdos para la lucha contra la guerra cuyo máximo y peor exponente es la creación de la bomba atómica. Y son los hombres de ciencia, según Grinfeld, quienes deben dar el aporte fundamental para esa resistencia. El fin último es crear un organismo internacional de investigaciones científicas, que impongan el deber de no colaborar con la creación de bombas atómicas en sus respectivos países”.
La física, aventura del pensamiento, de Albert Einstein y Leopold Infeld
En esa época, Grinfeld tradujo al español el libro de Albert Einstein y Leopold Infeld “La Física, Aventura del pensamiento”.
Tras el golpe militar de 1955 reclamó la reincorporación a sus cargos. El Interventor de la Universidad, Dr. Benjamín Villegas Basavilbaso se expidió el 20 de diciembre, diciendo que “la reparación moral, en la situación en estudio, consiste en la reposición del doctor Grinfeld en los cargos de profesor adjunto y director asistente principal del Instituto de Física.
De regreso en el Instituto de Física, sus primeras acciones fueron reponer a la mayoría de los profesores que habían sido cesanteados durante el gobierno peronista. Presentó dos proyectos de reorganización, uno para la Universidad y otro para las facultades. Restableció las reuniones científicas y la visita de personalidades de la ciencia.
Presentó también un proyecto de cambio del Plan de Estudios, que entre otras novedades introducía el semestre como unidad lectiva temporal y el nombramiento del personal docente por Departamento y no por Cátedra. Propició la dedicación exclusiva y la formación de grupos de investigación.
LA VISITA DE OPPENHEIMER
Dada su relación con Robert Oppenheimer, Grinfel fue el artífice de la visita que el renombrado científico estadounidense realizó a la UNLP el 13 de septiembre de 1961, donde dictó una conferencia en el Departamento de Física de la entonces Facultad de Ciencias Fisicomatemáticas, actual Ingeniería. Horas antes, tras su arribo a nuestra ciudad, recibió el título de Doctor Honoris Causa en el rectorado de la Universidad Nacional de La Plata.
Con gran entusiasmo y eficiencia, Grinfeld siguió profundizando las tareas de investigación y docencia que estaban a su cargo, hasta 1966, año en el que golpe militar liderado por Onganía motivó que nuevamente se alejara de nuestra Universidad, para marchar unos meses después, nuevamente exiliado, a Costa Rica, en donde falleció el 4 de febrero de 1969.
Rafael Grinfeld, el “padre” de la física en La Plata
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