Inseguridad al límite: los accesos a La Plata, ¿son un colador delictivo?
Edición Impresa | 25 de Marzo de 2025 | 02:30

Según la definición de la RAE, descontrol refiere a falta de control (es), orden y disciplina. También a desorden, desorganización, caos, barullo, vorágine y lío.
En esta nota se volverá a hablar de la inseguridad que atraviesa a la Ciudad, por lo que se hará foco solo en algunas de esas acepciones.
En primer lugar, en un contexto de robos creciente, se debe poner atención en los accesos a La Plata y los dispositivos de disuasión que existen diagramados en ellos.
Para ingresar o salir del partido, hay múltiples opciones. Ruta 2, ruta 36, ruta 6, ruta 215, camino Centenario, camino Belgrano y la Autopista a Buenos Aires.
Obviamente que, como conectores, también se cuentan importantes avenidas (7, 13, 25, 32, 44, 60, 66 y 72), que amplían el escenario y complejizan cualquier labor de prevención delictiva.
La pregunta de inicio es si en todos esos puntos, que revisten una importancia mayúscula a la hora del combate de la inseguridad, se montaron mecanismos especialmente diseñados para esa función, que es vital en el desarrollo de cualquier centro urbanizado, más con las características de La Plata, que es la capital provincial. Un dato que no es menor.
En ese sentido, como sensación generalizada es que no se ven patrullajes en la Ciudad. Tampoco una actitud proactiva hacia las tareas de vigilancia y muchos menos un plan coordinado de seguridad, lo que haría muy sencillo moverse hacia de La Plata y salir sin dejar demasiadas huellas.
En el imaginario colectivo está la idea de que los rondines son insuficientes, como los puestos fijos o móviles de identificación. Y razones no faltan, porque a diario se está a merced de todo tipo de situaciones violentas y bajo diferentes modalidades de delito.
Para comprender de qué se habla, alcanza con leer las notas que a diario publica este matutino, al margen del boca a boca, que es otra fuente de información fidedigna.
Dicho eso, se sabe que ya no alcanza con las rejas, los alambres (algunos con electricidad), las cámaras, los perros, las puertas blindadas o los vidrios reforzados. Y tampoco el método extremo de tener un arma dentro del domicilio, es garantía de indemnidad.
Siempre se necesitará de la prevención, de la presencia policial en las calles, sobre todo en horarios de la noche y madrugada, cuando la Ciudad pasa a convertirse en una verdadera “boca de lobo”.
Por eso el sistema de prevención está en tela de juicio y también el de cuadrículas. No porque no sirva, sino porque no estaría funcionando de manera adecuada.
A esta altura del análisis, es indudable que para cubrir un perímetro delimitado, se necesita de medios humanos y mecánicos o técnicos. El personal, estaría. El problema son los móviles y los recursos para hacerlos girar.
Más allá de los discursos oficiales, donde resaltan la capacidad operativa, por los resultados que se ven en el territorio, se podría convenir que todo queda en una proclama distante de la realidad.
Es más. Por lo bajo, desde fuentes propias del área de Seguridad, se describe la cuestión tal cual es. Sin esconderla detrás de discursos que suenan lindo. Y en ese sentido, se pone de resalto la carencia alarmante de patrulleros.
Por ejemplo, una fuente confiable mencionó que “el Comando de Patrulla La Plata supo tener cerca de 80 vehículos para cubrir todas las zonas en las que está dividida y hoy no llega a 30”.
El mismo vocero, haciendo incluso un parangón con la nota publicada ayer sobre la superestructura de Seguridad, que tendría más edificios que logros, mencionó que “la mayoría de los policías fueron a parar a la FBA (Fuerza Barrial de Aproximación), el GAD y la UTOI, que son las divisiones estrellas de la gestión pasada y de la actual. Pero a los policías del Comando, que son los que están en la calle, que pasan por la puerta de las casas de los vecinos, que conocen las caras de los que hacen macanas y los que no, no les dan nada. En la actualidad, esa unidad está totalmente diezmada”.
Con cierta ironía, incluso, el portavoz expresó: “En la calle, por los barrios, no tenés un móvil, pero vas a un recital de Los Piojos o al Lollapalooza, y está lleno de efectivos”.
EN PERMANENTE TENSIÓN
Hoy la Ciudad está tensionada por los delincuentes propios y los que llegan de otros sectores como el Conurbano y CABA. Muestras hay de sobra. Y en ambos casos, el gran problema que se denuncia es la libertad que encuentran para moverse hacia sus escondites. Algo, en el medio del camino, está pasando o fallando.
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