Inversores ya imaginan un mundo financiero más allá del dólar
Edición Impresa | 9 de Marzo de 2025 | 03:00

Los inversores empiezan a imaginar un sistema financiero sin Estados Unidos en el centro, lo que le da a Europa una oportunidad que no debe desaprovechar.
Este ejercicio de pensar lo impensable se produce a pesar de la cacofonía de ruido en los mercados. Mansoor Mohi-uddin, economista jefe del Banco de Singapur, viajó recientemente a Dubai y Londres. Para su sorpresa, ninguno de ellos le preguntó sobre cuestiones a corto plazo como las acciones tecnológicas o los ajustes de las tasas de interés. En cambio, dijo, “la gente decía: ‘¿Qué está pasando? La era del libre comercio, el libre mercado y la globalización ha terminado, y nadie sabe qué va a sustituirla”.
Se refieren, por supuesto, a la nueva administración estadounidense. Un mes después de volver a ocupar su cargo en la Casa Blanca, Donald Trump y compañía prácticamente habían destrozado la alianza transatlántica y pisoteado los controles, equilibrios e instituciones clave sobre los que se construye el verdadero excepcionalismo estadounidense.
“Se está produciendo un cambio trascendental. Si sigue así, los asignadores de capital se preguntarán: ‘¿Quiero seguir asignado a EE.UU.?’. afirma Mohi-uddin.
Esto afecta a todas las clases de activos. En el caso de la renta variable, la preferencia por Europa es clara: los mercados se están adelantando a EEUU en una pauta muy poco habitual. Pero la volatilidad de los mercados bursátiles es sólo la superficie. Lo que realmente importa es el uso internacional del dólar, y de los mercados de bonos en dólares, como base supuestamente exenta de riesgo de las finanzas mundiales.
Esto ya está empezando a notarse. A pesar de la conmoción por los nuevos aranceles comerciales de EE.UU. a Canadá y México, el dólar no subió como de costumbre. Según Deutsche Bank, esto refleja en parte “la pérdida potencial del estatus de refugio seguro del dólar”.
“No escribimos esto a la ligera”, escribió el analista de divisas George Saravelos. “Pero la velocidad y la escala de los cambios globales son tan rápidas que es necesario reconocerlo como una posibilidad”. Lo que antes era descabellado ahora se está convirtiendo en plausible.
Los economistas cercanos a Trump han dejado claro que consideran el estatus del dólar como moneda de reserva preeminente en el mundo, como una bendición y una maldición, “una carga”, como dijo su asesor Stephen Miran. Sigue existiendo la posibilidad, impensable hace tan solo unas semanas, de que EEUU intente hacer bajar el dólar en un esfuerzo por apoyar la producción nacional. Pero EEUU también podría desmantelar su propio privilegio exorbitante por accidente más que por diseño, empujando a las grandes bestias de los mercados de bonos -bancos centrales extranjeros y otros gestores oficiales de reservas- a los brazos de otros países, según revela el Financial Times.
El dólar representa más del 57% de las reservas oficiales mundiales, según datos de referencia del FMI, muy por encima de la porción de la economía mundial que corresponde a EE.UU. El euro representa el 20%, y todos los demás están recogiendo sobras.
Los optimistas llevan años argumentando que la porción del euro debería ser mayor, pero han estado luchando contra la realidad. Los mercados de bonos europeos están fragmentados en Estados miembro, con Alemania en el centro. Existe cohesión monetaria, pero no fiscal ni estratégica. Ningún mercado nacional es al mismo tiempo lo suficientemente grande, seguro y líquido para satisfacer las necesidades de un gestor de reservas. Las operaciones de gran magnitud dejan huella y, en caso de emergencia, estos grandes inversores sólo encuentran el mercado de deuda pública estadounidense.
La Unión Europea (UE) se ha esforzado por ofrecer una alternativa. Ahí es donde entra en juego este momento de la historia. Su urgente necesidad de gasto en defensa desborda la capacidad de sus mercados nacionales de bonos. La respuesta obvia es el endeudamiento conjunto, fácil de decir pero endiabladamente complicado de hacer. El resultado podría ser que Europa se situara aún más en el centro del sistema financiero mundial.
Lo que realmente importa es el uso internacional del dólar, y de los mercados de bonos
La pandemia de Covid-19 ofreció una muestra de cómo la puesta en común de recursos podría funcionar a gran escala. Entonces, los bonos emitidos por la propia UE, en lugar de por Estados individuales, fueron recibidos con una enorme demanda. La urgencia de la situación actual no deja otra opción que actuar con rapidez. “La acción colectiva podría ser una respuesta, aunque aún no se haya alcanzado un consenso”, afirmaban los analistas de la agencia de calificación S&P Global en una nota el mes pasado.
Si la UE aprovechara este momento, se encontraría con un gran número de compradores dispuestos a recortar la exposición de EE.UU. “Muchos gestores de reservas podrían cambiar muy rápidamente”, afirma Mohi-uddin. “Habría una gran demanda”.
El dominio estadounidense de los mercados mundiales de deuda no tiene por qué terminar de golpe. Los grandes inversores, que se mueven con lentitud, simplemente tendrían que acumular otros activos en lugar de deshacerse necesariamente de sus bonos del Tesoro. Pero con el tiempo, el resultado sería el mismo. Los cambios de régimen de este tipo no ocurren a menudo. Pero ocurren. La libra esterlina también fue moneda de reserva mundial.
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