Intentaron robarle a una policía: “¡Dame tu fierro!”

Edición Impresa

La ciudad todavía dormía. Eran apenas las 5:30 de la mañana del viernes, y en el silencio apenas interrumpido por algún ladrido lejano, una joven oficial de policía, uniformada, caminaba rumbo a su lugar de trabajo. No imaginaba que, en la esquina de 602 y 123, la espera la emboscada del horror.

Fue en un instante. De la penumbra emergió un hombre, solo, con el rostro parcialmente cubierto por la capucha de un camperón negro. Sin mediar palabra, se plantó frente a ella. Su mano sostenía un arma de fuego que apuntó directo al cuerpo de la oficial. Entonces, la amenaza retumbó en el aire con brutal crudeza: “¡Dame tu fierro o sos boleta!”, gritó, en un tono que no admitía réplicas.

Pero la reacción no fue la que él esperaba.

La oficial, aún sorprendida por la violencia del momento, eligió el instinto antes que la sumisión. Empujó al agresor con toda la fuerza que el miedo y el coraje podían engendrar en esos segundos de máxima tensión. Luego corrió con todas sus fuerzas. A pocos metros, la salvación: su domicilio, su refugio, su única oportunidad de ponerse a resguardo.

Mientras ella corría con el corazón desbocado, el agresor se desvanecía entre las sombras, dejando tras de sí el eco de una amenaza que podría haber terminado en un baño de sangre. No se sabe aún qué fuerza o qué pensamiento invadió a la oficial para no desenfundar su arma y gatillar contra el delincuente. Quizás como aún no había tomado su turno, su grado de lucidez era bajo.

Del otro lado se analiza la misma reacción. El ladrón pudo haber disparado contra la oficial corriendo de espaldas. Pero no lo hizo. Quizás algunos de los pocos frenos inhibitorios que le quedaban funcionó y se arrepintió a tiempo.

La denuncia ya está en manos de las autoridades, que trabajan contra reloj para identificar y capturar al responsable.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE