Francisco y los reyes: encuentros que marcaron la historia
Edición Impresa | 27 de Abril de 2025 | 04:31

Por VIRGINIA BLONDEAU
Fue contundente el paso de la alegría al llanto. El domingo de Pascua nos traía las imágenes del papa Francisco dando la bendición en la Plaza San Pedro y creímos que, por fin, había recuperado su salud. Pero su aparición era la despedida de un hombre que quiso ejercer el ministerio hasta su último aliento. Unas horas después falleció en su cama y el mundo occidental se paralizó ante la pérdida de uno de sus líderes. A lo mucho que se ha escrito sobre él, sumamos en este artículo algunas anécdotas de Francisco con el mundo de la realeza.
Carlos III y la reina Camila no podían sospechar que serían los últimos jefes de estado en ver a Francisco con vida. Estaban visitando Italia y pidieron, fuera de agenda, saludar al Sumo Pontífice. Hubo dudas por lo frágil de su salud pero finalmente el encuentro se produjo el 9 de abril, fecha en que los reyes de Inglaterra celebraban el 20 aniversario de su boda. Recibieron felicitaciones papales y habrán recordado, tal vez, que la fecha estipulada para el casamiento no era el 9 de abril de 2005 sino el 8 pero tuvieron que posponerla un día porque en esa fecha Carlos tuvo que asistir al funeral de Juan Pablo II, en Roma. Las vueltas de la vida… y de la muerte.
“Yo era evangélico y me ayudó un católico, me hizo comprender el amor de Dios más allá de las religiones”, decía de Francisco el platense Ezequiel Martínez en una nota publicada en El Día el martes pasado. Un concepto que, por raro que parezca, lo une al rey de Inglaterra en una historia de desencuentros que comienza en el año 1532.
Los reyes de España con el papa Francisco / web
El rey Enrique VIII pasó a la historia por haber provocado la separación de la iglesia cuando quiso divorciarse de la ultracatólica Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos de España (los mismos que ayudaron a Colón), para casarse con su amante Ana Bolena y el papa le dijo que no. Enrique decidió crear su propia iglesia y ser su propio jefe. El amor por Ana le duró poco y como tampoco la iglesia que él mismo había creado aceptaba el divorcio, la mandó a matar y se casó con otra.
La escisión de la iglesia católica produjo problemas diplomáticos, guerras y un sinfín de malestares internos. La reconciliación esperó siglos y fue la propia reina Isabel, ya en el siglo XX, quien se interesó de mantener encuentros con cada uno de los papas que iban asumiendo. Recibió a Juan Pablo II en plena guerra de Malvinas y, al igual que Carlos, pidió un encuentro informal con Francisco cuando visitó Roma. Llegó tarde y apurada pero se vio a ambos jefes de estado felices de conocerse. Las antiguas reyertas entre iglesias finalizaron con Carlos, un hombre ecuménico y abierto, quien forjó lazos estrechos con el papa recién fallecido, a quien admiraba.
Pero Carlos no fue el único rey no católico que mantuvo con Francisco una gran cercanía. Guillermo Alejandro de los Países Bajos fue el primer monarca holandés en realizar una visita oficial al Vaticano y lo hizo en 2017 junto a su reina. Las pocas imágenes que trascendieron dejaron ver a una Máxima entusiasmada más allá del protocolo. El mismo entusiasmo que había demostrado cuando en 2013 fue al acto de asunción de Francisco. Iba pasando la larga fila de jefes de estado para saludar al nuevo pontífice y la entonces princesa Máxima (faltaban apenas días para convertirse en reina) dejó salir su argentinidad y casi que corrió a su encuentro y empezó a hablar en castellano no dejando al príncipe articular palabra hasta que Francisco le preguntó “¿Nos está entendiendo tu marido?“.
A los españoles les duele que Francisco no haya nunca viajado a su país pero pueden vanagloriarse de que tanto los reyes Juan Carlos y Sofía como, posteriormente, Felipe y Letizia tienen el récord de que los encuentros con Francisco hayan durado una hora o incluso más cuando, lo estipulado, son 30 minutos.
Menos la noruega, todas las casas reales, incluso las árabes y las no reinantes, han tenido encuentros con el papa Francisco. Con todas fue cálido pero realmente entusiasmado se lo veía cuando se reunía con los más vulnerables.
Desde ayer su cuerpo descansa en uno de los altares de la basílica de Santa María Maggiore. Así lo dejó estipulado en vida por su devoción a la Virgen María. Y, tal vez, porque justo en frente, cruzando la plaza, está la embajada argentina en Roma. Elegimos creer.
Isabel II con el Papa Francisco / Web
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