Al amparo de la oscuridad: millonario golpe delictivo en un depósito de La Plata

Aprovechando un corte de luz, la ausencia de cámaras y un descuido operativo, delincuentes se llevaron la recaudación de una cadena de electrodomésticos sin dejar ni un sólo rastro: más de 14 millones de pesos

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Una secuencia cargada de misterio, omisiones y maniobras que rozan lo cinematográfico tuvo lugar en las afueras de La Plata, donde un robo millonario sacudió a la firma de electrodomésticos Aloise Compañía. El hecho ocurrió entre la tarde del sábado 14 y la madrugada del domingo 15 de junio, en el depósito que la empresa posee en calle 185 entre 520 y 521, un predio que habitualmente alberga stock de electrodomésticos y recibe camiones que abastecen distintos puntos de venta. Allí, en un aparente descuido y en medio de circunstancias insólitas, desaparecieron más de 14 millones de pesos que venían de Capital Federal. Hasta hoy, nadie puede explicar cómo.

El sábado parecía una jornada más. A las 16:00 horas se retiraron los últimos operarios, dejando el lugar en manos de la seguridad privada. Dos horas después, un camión regresó tras hacer su ronda de entregas en Capital y, como venía ocurriendo desde hacía días debido a problemas con la caja fuerte, su chofer dejó la recaudación en el interior del vehículo. Lo que no sabían era que, minutos antes de ese ingreso, exactamente a las 17:54, se cortó la energía eléctrica en todo el predio. Un apagón total que, según se supo después, afectó al sistema de cámaras de seguridad, desconfigurándolo por completo. Las imágenes se esfumaron junto con la posibilidad de dejar registro de lo que pasó durante las siguientes horas.

En la madrugada del domingo, a la 1:00, un sonido extraño rompió el silencio del galpón. Uno de los vigiladores, intranquilo por los ruidos fuertes que provenían del sector de depósitos, llamó a la policía. Un patrullero llegó al lugar y permaneció hasta la 1:25. Sin embargo, el procedimiento se cerró sin novedades, y el episodio quedó apenas asentado en el libro de actas. Nadie revisó los camiones, ni se detectaron ingresos forzados. Al menos, no en ese momento. La electricidad no volvió hasta la mañana siguiente. Para cuando las cámaras retomaron su función, el daño ya estaba hecho.

Ayer por la mañana, el encargado del predio se presentó como cada semana, dispuesto a retirar la recaudación que había quedado dentro del camión. Pero al abrir el compartimiento, encontró apenas un espacio vacío. Ni una bolsa, ni un sobre, ni un solo billete. Nada. El paquete con más de 14 millones de pesos había desaparecido sin dejar rastro. Fue entonces cuando comenzaron a revisar detalles mínimos, y surgieron las primeras inconsistencias. Las llaves del vehículo, que debían estar en la cabina, estaban tiradas cerca de una de las ruedas delanteras. Una señal sutil, pero inquietante. Alguien las había movido.

Los investigadores analizan por estas horas cada movimiento del fin de semana. Las pistas son escasas y la incertidumbre, enorme. En el libro de actas quedó asentado que hubo ingreso de un móvil policial, pero no se registró ninguna anomalía. Las cámaras no grabaron por el corte de luz. No hubo testigos. No se forzaron accesos. Todo indica que quien se llevó el dinero sabía perfectamente cómo y cuándo hacerlo. El silencio, la oscuridad y la rutina relajada del lugar le jugaron a favor. Y lo más inquietante es que, hasta ahora, ni siquiera hay sospechosos claros. El golpe, preciso y sin estridencias, parece haber sido orquestado por alguien que conocía cada engranaje del funcionamiento interno del predio.

Mientras la causa avanza bajo un férreo hermetismo, crece la tensión puertas adentro. ¿Hubo un entregador? ¿Falló la seguridad? ¿Fue una casualidad el corte de luz o parte del plan? Las respuestas todavía no llegaron. Lo único concreto es que, en algún momento entre la tarde del sábado y la madrugada del domingo, el dinero se evaporó como si nunca hubiera estado allí.

 

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