Mike Amigorena: “Si hay algo que tengo para ofrecer es formación”

Ante el avance de los influencers, el actor defiende la profesión y habla de su utilidad: “Hacer teatro es como volver al juego primario”, dice

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En un mundo atravesado por la incertidumbre y la velocidad de lo efímero, Mike Amigorena vuelve a pisar con fuerza los escenarios teatrales y musicales con una propuesta clara: devolverle al público algo esencial que parece escasear, pero que sigue siendo profundamente sanador: la risa.

Actualmente, Amigorena es parte de “La cena de los tontos”, una comedia que comparte con Martín Bossi y Laurita Fernández y que se ha convertido en un éxito rotundo de taquilla. Pero más allá de los aplausos, Amigorena se planta como un artista que asume su oficio con responsabilidad y sensibilidad social. “Si hay algo que tengo para ofrecer, es comunicación, formación y nutrición para el alma”, dijo, en una reciente entrevista con NA, destacando que su oficio le permite “dar más (para el otro) que para mí mismo”.

En una época marcada por el consumo inmediato y el entretenimiento digital, Amigorena elige el ritual del escenario y el encuentro en vivo. “Hacer teatro hoy es como volver al juego primario”, dice. “Nos ponemos a jugar con la risa constante del público, es un alimento continuo. Me siento útil con el don que es mi cuerpo. Es un agradecimiento constante”.

Y ese juego, ese ida y vuelta entre actor y espectador, se vuelve aún más significativo en contextos difíciles. “La cena de los tontos” ofrece —según sus propias palabras— una hora y media de risa constante. “La gente lo agradece cuando sale. Cómo está la Argentina hoy por hoy, reírse así es vital para el alma. Es fundamental ir al teatro a reírse y a hacer conjeturas. Hay un mensaje muy humano, muy amoroso”.

Con Laurita Fernández en “La cena de los tontos”

Lo que sorprende al propio Amigorena es la entrega del público, aún en medio de las dificultades económicas. “Eso es un honor, un privilegio”, dice, sobre el esfuerzo que hacen los espectadores para pagar una entrada. “Nunca me tocó un tren como este en donde la gente se vuelve loca de la risa y va. No estamos en una época en donde se puede tirar manteca al techo. Me siento un privilegiado y agradezco todos los días por eso”.

Ese agradecimiento lo posiciona como un artista en sintonía con el momento histórico, consciente del valor que puede tener su trabajo para quienes apenas logran distraerse de los problemas. La comedia, entonces, ya no es sólo entretenimiento, sino también un gesto solidario, una forma de estar cerca del otro.

Además de su faceta como actor, Amigorena es un performer integral. En su visión, el arte performático no ha perdido sentido, aunque admite que hay una tendencia a la sobreutilización del término. “Todo lo que vos hacés para el otro es artístico”, explica. “No es lo mismo que te haga un plato de fideos alguien que no sabe cocinar a que lo haga un cocinero. Así pasa con la performance. El paso del tiempo te acostumbra a no vulgarizar la palabra, pero se mastica mucho”.

Tampoco se muestra alarmado ante la proliferación de “nuevos actores” en redes sociales o medios no tradicionales. “Antes vos no podías actuar si no eras actor. Ahora un influencer o un músico es actor. Hay que aceptarlo. Él va a tener que hacer algo para sostenerse. La tracción hoy manda. Mientras vos tracciones, surtís efecto. Es como el Uber y el taxi o la inteligencia artificial. Uno tiene que estar permeable para eso”.

Amigorena se define como alguien en constante evolución, que combina talento con entrega. No necesita jactarse de lo que hace: prefiere que hable su trabajo. “La cena de los tontos” lo encuentra en plenitud, brindando alegría en medio del caos, mientras su música le da voz a los afectos más íntimos.

 

Mike se define como alguien en constante evolución, que combina talento con entrega

 

En tiempos donde el vértigo y la desesperanza parecen dominarlo todo, él responde con juego, empatía y arte. “Me siento útil”, dice. Y en esa utilidad, no hay resignación, sino propósito.

SU VÍNCULO CON LA MÚSICA Y SU HIJA

La sensibilidad de Amigorena no se limita al teatro. Su costado musical también encuentra inspiración en lo cotidiano, y particularmente en su hija Miel, de cinco años. En su último disco, ella aparece con su voz, y en breve, será parte de una nueva canción. “Es muy afinada y le voy a decir que haga algunas partes. Hacerle una canción era mi prioridad y no me costó mucho porque estaba todo el tiempo con ella en pandemia. Se generó un vínculo constante”.

Amigorena habla de la paternidad como quien ha comprendido algo esencial en la madurez: “Fue como una tesis. El hijo para mí es como una consecuencia de una vida carreteada. No es lo mismo ser padre a los 50 que a los 28. Cuando sos más grande es como una consecuencia. Lo esencial ya lo tenés. Ponés todo sobre la mesa y el hijo te lo acomoda. Es una arcilla que vas moldeando de acuerdo a lo que hayas vivido”.

Mike Amigorena

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