El sexo virtual y nuevas formas de relacionarse: la necesidad de más cuidados
Edición Impresa | 22 de Junio de 2025 | 05:35

En los últimos años, el sexo virtual se transformó en una práctica cada vez más central de las relaciones íntimas. Según una encuesta de la ONG Grooming Argentina, casi cuatro de cada diez jóvenes en el país practican sexo virtual; el 35 % recibió pedidos de fotos o videos íntimos en el entorno digital. Aunque el sexting se expandió durante tiempos de pandemia como alternativa segura, hoy su presencia se naturalizó en la vida cotidiana.
De hecho, un relevamiento entre más de 5.000 personas argentinas encontró que aquellos que optan por el sexo virtual reportan niveles de satisfacción similares o incluso superiores a quienes mantuvieron encuentros presenciales. Esto impulsó la evolución de diversos formatos: desde videos íntimos hasta plataformas de videollamada erótica y dispositivos para parejas a distancia, como vibradores controlados por app.
El territorio del sexo virtual se amplió además a espacios de realidad virtual (RV). Un análisis de tendencias globales señala que estas experiencias pueden ofrecer sensaciones cada vez más cercanas a las del contacto físico. Aunque todavía no reemplazan la intimidad real -mencionada como insustituible por la oxitocina y la incomparable conexión emocional-, muchos usuarios conectan con una profundidad diferente a través de la pantalla.
En Argentina, durante la cuarentena, incluso el Ministerio de Salud recomendó el sexo virtual como alternativa al contacto presencial con personas fuera del hogar. Si bien se trató de una medida destinada principalmente a adultos, el uso no discriminado generó preocupación entre los especialistas en grooming. Alentarlo de manera general -sin hacer distinciones de edad- fue definido como “gravísimo” por la organización.
En este contexto, la tecnología sexual no es solo un recurso ocasional: para muchos se ha convertido en el formato principal de intimidad.
DESAFÍOS
Este auge también trae nuevos desafíos. El acceso a aplicaciones y juguetes sexuales conectados -que integran patrones eróticos, música, sincronización remota- plantea cuestiones de privacidad, seguridad de datos y consentimiento . Además, artistas y académicos advierten sobre el riesgo de que la virtualidad eleve expectativas fantasiosas que luego desilusionen en los encuentros reales.
El ‘sexting’ implica conversar sobre límites, deseos, seguridad y protección
Más allá del placer, el sexo virtual reconfigura la forma de vincularse. Implica conversar sobre límites, deseos, seguridad y protección -como el uso de apps cifradas o el borrado de imágenes sensibles-, elementos que hoy son centrales en Educación Sexual Integral (ESI). Pero en el sistema educativo aún hay escasez de contenidos dedicados al sexo digital, y en las familias persiste un silencio que deja a los jóvenes desamparados .
El escenario es claro: el sexo virtual caló hondo en la forma de erotizar el deseo. Se volvió más frecuente, cómodo y a veces más satisfactorio que el sexo presencial. Pero también abre territorios inexplorados de vulnerabilidad digital, emocional y relacional. El desafío actual es construir marcos seguros: fortalecer el consentimiento, la privacidad y la capacitación sobre sexo digital sin demonizarlo, ni naturalizarlo como reemplazo definitivo del cuerpo compartido. Porque el sexo virtual gana terreno, sí; sustituye encuentros, no del todo, pero sí con una nueva urgencia: cuidar lo que sucede tras la pantalla.
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