Las disputas que sobreviven luego de la presentación de las alianzas electorales en la Provincia

José Picón

La presentación de las alianzas dejó un primer dibujo del escenario electoral de cara a los comicios bonaerenses del 7 de septiembre. Es la arquitectura, el diseño de una oferta electoral a la que le faltan los nombres de quienes serán los intérpretes centrales, las caras visibles de la contienda.

La conformación de los frentes, si bien supone un ordenamiento de las distintas fuerzas políticas, no implica que las disputas hayan desaparecido. El peronismo no logra disimular el enfrentamiento entre Axel Kicillof y Máximo Kirchner. Del otro lado del mostrador, el entendimiento al que arribaron La Libertad Avanza y el PRO sigue sin incluir a algunos intendentes amarillos que analizan seguir otros rumbos.

El espacio de centro que armaron el radicalismo, sectores del peronismo no K que reportan al ex gobernador cordobés Juan Schiarretti, la Coalición Cívica, el sector de Emilio Monzó, el de Facundo Manes y el GEN, supone una novedad que buscará terciar en la polarización que azuzan el peronismo y los libertarios. Pero a ese conglomerado también le está costando sintetizar candidatos. Estos dilemas deben estar resueltos el próximo sábado.

“Todo sigue totalmente roto; hay una convivencia forzada pensando en la mejor estrategia para que Milei no gane en la Provincia”, reconocen en la Gobernación. Existe, con todo, una hoja de ruta que estaría acordada también con Sergio Massa, la tercera pata de Fuerza Patria. Basada en la proyección de que el peronismo se quedará con 29 bancas en juego para la Legislatura, la distribución de espacios sería 11 para el kicillofismo, 11 para el kirchnerismo y La Cámpora y 7 para el massismo.

Existe, más allá de la trascendencia que tiene para Kicillof obtener mayor tropa propia en la Legislatura para acaso mitigar los avatares que padece por contar un pocas manos en ambas cámaras, otra prioridad: mostrar que en la sumatoria de las ocho secciones el peronismo quedó arriba.

Esa mirada está atada a dos cuestiones centrales: evitar los reproches camporistas si sobreviene una derrota por imponer el desdoblamiento, y armar las listas en las dos secciones del Conurbano que concentran casi el 75 por ciento del padrón bonaerense, la Primera y la Tercera, con los nombres más taquilleros que se tenga a mano.

Para el kicillofismo, Verónica Magario sigue estando en carpeta para ir como diputada por el sur del Conurbano. “Si hace falta, estará”, dicen. Si la vicegobernadora no va, el nombre que más suena es el del intendente de Almirante Brown, Mariano Cascallares.

Más allá de lo que vaya a plantear La Cámpora, la duda apunta a lo que ocurrirá en la Primera, porque en el norte del Gran Buenos Aires parece confirmarse que un intendente de peso se anotará para competir por el esquema que empuja el peronismo no K y los radicales: el tigrense Julio Zamora.

El temor que anida en el oficialismo provincial es que Zamora, enfrentado desde hace años con Massa, le termine restando volumen electoral al peronismo. Y esa eventual situación obligaría a recalcular: hacer jugar a Magario y, acaso, al ministro de Infraestructura Gabriel Katopodis, que iría por la Primera, un lugar que el kirchnerismo pretende para el intendente de Malvinas Argentinas, Leonardo Nardini.

El encastre de piezas no es un dilema ajeno a La Libertad Avanza y el PRO. Hay intendentes amarillos que sigue resistiendo el acuerdo. En Pergamino, por ejemplo, Javier Martínez espera el resultado de las negociaciones que su jefe, Daniel Angelici, encaró para conseguir espacios en las listas. Si no hay acuerdo, armará en la Segunda sección electoral con los hermanos Passaglia, los hombres fuertes de San Nicolás.

En Pringles, el intendente Lisandro Matzkin estaría negociando con el armado radical y los peronistas no K. Y en Puán, el alcalde Diego Reyes, analizaría jugar por fuera del esquema libertario.
Otras tensiones anidan en el propio esquema libertario. Santiago Caputo parece corrido de la toma decisiones centrales en la Casa Rosada y habrá que ver qué impacto tiene esa nueva realidad en la distribución de espacios en las listas que parece monopolizado por el karinista Sebastián Pareja.

Los radicales y sus socios tienen sus propia cuitas. Hay disputas abiertas y tensiones en varios secciones electorales. En la Cuarta, por caso, está abierta una disputa entre varios peso pesados del espacio por la candidatura a senador. La UCR, el sector de Manes, Monzó, el diputado nacional Florencio Randazzo y el esquema de Chivilcoy que lidera el intendente vecinalista Guillermo Britos, pelean el lugar. Miguel Fernández, el radical que más empujó el acuerdo de centro, es uno de los nombres en danza.

Una situación parecida se da en la Sexta, en el sur bonaerense, donde lilitos, radicales, Manes y sectores del PRO, pelean por encabezar la lista de diputados.

Mientras tanto, la semana donde abundaron los derrapes de la Casa Rosada, generó interrogantes. Errores políticos no forzados, el deslizamiento del dólar y el cachetazo apalancado desde el Congreso, configuraron una coyuntura poco deseada para una fuerza libertaria que busca con obsesión, en términos electorales, asestarle un golpe al peronismo en la Provincia.

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