“Somos de la DDI”, dijeron antes de llevarse todo en La Plata
Edición Impresa | 22 de Julio de 2025 | 01:56

Un estremecedor episodio de inseguridad tuvo lugar durante la madrugada en una vivienda ubicada en 20 entre 55 y 56, donde una jubilada de 75 años y su prima de 67 fueron sorprendidas mientras dormían. El hecho ocurrió alrededor de las 03.30 de la madrugada, cuando cuatro delincuentes irrumpieron en el domicilio con la peor de las intenciones. Uno de los intrusos inmovilizó a la dueña de casa, le tapó la boca y le susurró al oído: “Somos de la c, no grites”. Según trascendió, los agresores llevaban ropa oscura, guantes y tenían el rostro cubierto hasta los ojos.
Mientras uno de los sujetos se mantuvo vigilando con un handy del que surgían sonidos intermitentes y respuestas de una voz femenina, los otros tres recorrieron la vivienda en busca de dinero y objetos de valor, revolviendo cada rincón de la casa y desordenando todo a su paso.
Tras varios minutos de registro, uno de los intrusos, el apuntado como “el más alto”, impartió una orden clara y concisa: “Salgamos ya”. Pero antes de retirarse, ese sujeto volvió sobre sus pasos y se dirigió directamente a una habitación en desuso que les había faltado registrar. Para mala fortuna de la jubilada, el sujeto descubrió una caja empotrada de la que sustrajo la suma de 300 mil pesos.
Acto seguido, los ladrones escaparon por la puerta principal, dejando la llave colocada en la reja. Fue entonces cuando ambas mujeres decidieron salir a pedir ayuda.
Cuando llegó la Policía de verdad, las mujeres inspeccionaron el lugar y pese a que no se lo esperaban encontraron sus celulares escondidos debajo de la cama. Todo apunta a que los dejaron allí para demorar un eventual pedido de auxilio.
La presencia de la supuesta radio y la coordinación entre los individuos aportó un tinte más inquietante al episodio, sugiriendo una posible planificación minuciosa.
Este nuevo ataque contra adultos mayores deja en evidencia cómo los delincuentes siguen eligiendo como blanco a personas vulnerables, sabiendo que sus limitaciones físicas y la soledad suelen jugarles en contra. La edad, el desgaste físico y el temor a represalias terminan siendo aprovechados con total frialdad por quienes, sin escrúpulos, irrumpen en sus hogares para someterlos. Lejos de importarles la trayectoria de vida de sus víctimas, imponen el miedo y actúan con una violencia cada vez más cruel.
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