María Graciela González Ramos
Edición Impresa | 30 de Julio de 2025 | 03:15

Profunda tristeza generó el fallecimiento de María Graciela González Ramos de Galán, quien dejó un legado de vocación de servicio y amor incondicional en los ámbitos en los que participó.
Había nacido en La Plata, el 25 de agosto de 1929. María Graciela, conocida por todos como “Machela”, pasó su infancia en el tradicional barrio de calle 1 entre 54 y 55, frente al Club Estudiantes de La Plata.
Atravesada por los colores rojo y blanco, su corazón latió toda su vida siguiendo fervientemente al Pincha. Tal es así que su pasión trascendió las tribunas, transmitiendo ese amor a cada miembro de su familia, quienes hoy heredan esa conexión con el club.
“Machela” se formó como maestra en la Escuela Normal N°1, “Mary O. Graham”, dedicando años de su vida a la enseñanza en el Colegio Comercial “Don José de San Martín”.
Sin embargo, su vocación más extendida fue su familia. Casada con Néstor Galán, Machela fue el pilar fundamental de una gran familia que construyó con dedicación y alegría. Tuvo 9 hijos, 13 nietos y 4 bisnietos, a quienes brindó su vida entera, acompañándolos en cada paso, desde sus estudios y profesiones hasta sus actividades deportivas. Era común verla en el Club San Luis de rugby, donde asistía para ver jugar a sus hijos y nietos, un testimonio de su fuerte rol como madre y abuela.
Asimismo, su profunda fe católica y su práctica devota fue otro rasgo distintivo de su personalidad. Su asistencia a la parroquia “Inmaculada Madre de Dios”, en Gonnet, no sólo reforzó su creencia, sino que también le permitió generar vínculos y lazos que disfrutó hasta sus últimos días.
Solidaria y preocupada por el prójimo, siempre estaba dispuesta a tender una mano a quien lo necesitara. A pesar de las exigencias de su numerosa familia, siempre dedicó tiempo para ser voluntaria del Hospital San Roque de Gonnet y una activa participante en el movimiento católico de Schoenstatt.
Durante 40 años, “Machela” fue una figura relevante en la localidad de Villa Castells, donde cultivó incontables amistades. Su legado de amor incondicional, de servicio desinteresado y de una vida que tuvo pasión en todas las actividades que desarrolló.
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