Las escuelas no están para ser convertidas en campos de batalla
Edición Impresa | 17 de Agosto de 2025 | 03:39

Las continuas peleas y agresiones entre estudiantes que se registran en el interior y en cercanías de escuelas de La Plata volvieron a presentarse, ahora, en un episodio que derivó en la necesidad de internar en un hospital a un estudiante agredido en un altercado con un grupo de otros jóvenes, que lo hirieron de gravedad a patadas y golpes de puño. Tal como se informó, el chico de 16 años de edad continua internado en observación.
La víctima padece un hematoma subdural, una lesión que no requirió intervención quirúrgica pero sí un seguimiento exhaustivo con estudios como una tomografía, entre otros. A su vez, como consecuencia del trauma, se le diagnosticó una rectificación de la columna, motivo por el cual permanece con un collar cervical de protección. El estudiante deberá continuar usando el collar durante unas dos semanas y asistir a nuevos controles ambulatorios.
En la instrucción judicial por delitos de “lesiones y amenazas” que investiga la Fiscalía Nº 17 de La Plata, se identificó a otros dos menores como protagonistas del ataque. Uno es más grande y otro más chico que el adolescente internado. A su vez, fuentes de la mencionada escuela señalaron que existe malestar y gran inquietud por la reiteración de estas peleas, en situaciones que también afectan a docentes, auxiliares y estudiantes.
Si se revisan los antecedentes existentes a lo largo de este año y de los ciclos lectivos anteriores, la impresión que queda es que se hubieran recorrido partes de batalla, con ataques violentos entre alumnos y en incidentes que también alcanzaron a sus docentes y al personal auxiliar. No faltan cruentas agresiones entre alumnos de distintas escuelas y también se presentaron casos de violencia delincuencial, cuando grupos de menores que no asisten a ninguna escuela se ubican en cercanías de algún edificio escolar para asaltar y robar a alumnos y docentes.
Chicos con graves heridas de arma blanca por peleas en los patios o víctimas de golpes que les significaron fracturas de cráneo y otras serias consecuencias a su integridad física, peleas violentas entre alumnas... Los datos de la realidad son incontrastables y, desde luego, preocupantes.
Son también muchos los especialistas que ponen bajo la lupa medidas u omisiones del área educativa, que en los últimos años relativizaron el valor de la disciplina escolar. Como se sabe, desde hace mucho se evitan las amonestaciones o, llegado el caso, las expulsiones. Esos pedagogos aluden a la “inexistencia de límites” para algunos alumnos, como previsible derivación de concepciones demagógicas que desnaturalizan la misión formativa de las escuelas.
Los castigos cuando hagan falta, las recompensas cuando se las merezca. Más allá de la enseñanza de distintas materias, esa fórmula es básica para alcanzar un más elevado nivel educativo. Pero también los padres, los grupos familiares, deben sumarse con más atención a la formación de sus hijos y, llegado el caso, acercarse a las autoridades educativas y colaborar, con reclamos y sugerencias, para que la escuela pública recobre la calidad que supo tener. Las escuelas no existen para que se conviertan en campos de batalla.
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