Las encuestas en la Provincia hablan de polarización y paridad
Edición Impresa | 17 de Agosto de 2025 | 03:40

Germán López
Las encuestas no tienen buena prensa, pero a medida que se acerca el día del comicio todos empiezan a mirarlas con interés. Y hoy esas mediciones están mostrando diferencias muy justas en la provincia de Buenos Aires. Según la última encuesta de Giacobbe & Asociados, de fines de julio, la intención de voto para las elecciones de septiembre muestran a La Libertad Avanza y el PRO con el 40,9%, mientras que Fuerza Patria (kirchnerismo y aliados) se ubica apenas por debajo, con el 38,8%. Más lejos aparecen el Frente de Izquierda (4,1%), Somos Buenos Aires (3,8%) y otras opciones menores.
Dentro de esa paridad el Gobierno navega en aguas relativamente tranquilas, con su rival a la defensiva y sumido en una crisis producto de las diferencias irreconciliables entre sus diversas tribus. Y en el juego de expectativas, agita el fantasma de un triunfo del kirchnerismo que pondría a la economía y al país patas para arriba.
De pronto, se dieron cuenta de que el triunfalismo podría ser contraproducente. Más aun en un escenario de creciente ausentismo electoral, donde el potencial votante del mileísmo podría encontrar menos estímulos en ir a las urnas si considera que el resultado está asegurado. Ese contexto favorecería el poder de movilización de los aparatos territoriales del peronismo. Abstención y desconocimiento sobre lo que se está votando (algo que revelan los sondeos de opinión) jugarían en contra de las aspiraciones libertarias.
Instalar el clima de final agónico
Para neutralizar ese efecto, los estrategas de campaña buscan instalar un clima de final agónico, una pulseada de “objeto inamovible” (kirchnerismo, en palabras de Milei) versus “fuerza imparable” (el cambio cultural que predica el Presidente).
Nada que no fuera previsible: los movimientos tácticos del Gobierno están dirigidos a atraer al llamado electorado “blando” y detrás de ese objetivo está la promesa de Milei de renunciar a los insultos para concentrarse en las ideas. Dicho sea de paso, la discordia de última hora instalada en el radicalismo, que no logra unificarse dentro de Provincias Unidas.
La catástrofe del fentanilo
En esa realidad irrumpe la catástrofe sanitaria del fentanilo contaminado, que deja expuesta la permanente vinculación entre el kirchnerismo y los negocios turbios y que empuja a Milei a decir, hace unos días, en un duro discurso de campaña en La Plata, que “el kirchnerismo es peor que el narcotráfico”. A esto se suma un nuevo episodio de inseguridad en La Matanza, donde con infinita crueldad una madre fue asesinada frente a su hijo de 15 años. Corrupción e inseguridad, dos ejes de campaña con los que los libertarios buscan la derrota definitiva del peronismo en la Provincia.
El punto débil del oficialismo nacional aparece allí donde se supone que reside su fortaleza. Se muestra confiado en que los fundamentos de la política económica (déficit cero y emisión cero) son inexorables como la Ley de Newton, pero sube las tasas a niveles estratosféricos para evitar que el repunte del dólar de los últimos días de julio se traslade a los precios. La máxima de Milton Friedman sigue siendo bandera libertaria -“la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario”-, aunque los hechos muestran matices menos cómodos: en las dos primeras semanas de agosto, los alimentos quebraron la tendencia a la baja y volvieron a registrar aumentos significativos.
La sublevación del PRO
Un capítulo aparte merece la sublevación en el PRO. Lo que transcurría más o menos asordinado finalmente salió a la luz con toda la fuerza. Primero había trascendido la bronca de Jorge Macri por lo que juzga que fue una capitulación de su primo frente a las imposiciones libertarias. “Sumisión” fue la palabra que circuló en esos momentos para calificar la actitud del expresidente y de Cristian Ritondo y Diego Santilli en la negociación en el armado bonaerense.
No fue poca cosa, pero esta semana el descontento escaló. Luego de responsabilizarlo por lo que considera la extinción del partido amarillo, Diego Guelar lo trató de “reverendo hijo de puta”, exabrupto que le valió la expulsión del grupo de diplomáticos que asesoran a Macri. Más moderados pero igualmente contundentes, el gobernador de Chubut Ignacio Torres y la ex gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal cuestionaron el acuerdo con LLA argumentando la pérdida de identidad a que se lo somete al PRO. A la queja se plegó unos días después Esteban Bullrich, ex senador y referente del PRO. “El PRO que fundamos bajo el liderazgo de Mauricio y Ricardo (López Murphy) hace más de 20 años tenía infinitas diferencias con LLA”, señaló.
¿Fotografías del cambio de época y de régimen político en Argentina? En pocos días comenzarán a despejarse las incógnitas.
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