Un papado “tranquilo” que evita las polémicas
Edición Impresa | 17 de Agosto de 2025 | 03:40

Cuando León XIV sorprendió a decenas de miles de jóvenes en una reciente celebración del Año Santo con un paseo improvisado en el papamóvil por la plaza de San Pedro, casi parecía como si algo de la espontaneidad informal que caracterizó los 12 años del pontificado de Francisco hubiera regresado al Vaticano.
Pero el mensaje que transmitió esa noche era totalmente suyo: en un inglés, español e italiano fluidos, les dijo a los jóvenes que eran la “sal de la Tierra, la luz del mundo” y los instó a difundir su esperanza, su fe en Cristo y sus voces de paz dondequiera que vayan.
Mientras Robert Prevost cumple sus primeros 100 días como pontífice este fin de semana, los contornos de su papado han comenzado a definirse, sobre todo en lo que se refiere a la continuidad y a los cambios con respecto a su predecesor. Quizás la conclusión más importante es que después de 12 años, en ocasiones turbulentos bajo el mandato de Francisco, el Vaticano ha recuperado una cierta calma y reserva.
León parece ansioso, sobre todo, por evitar las polémicas o centrar el papado en su persona, y quiere, en cambio, enfocarse en Cristo y en la paz.
Eso parece ser exactamente lo que quieren muchos fieles católicos y puede responder a las necesidades de la Iglesia de hoy en día.
“Ha sido muy directo y franco... pero no está haciendo declaraciones espontáneas a la prensa”, dijo Kevin Hughes, director de teología y estudios religiosos en la alma mater de León XIV, la Universidad de Villanova. Tiene un estilo diferente al de Francisco y eso ha aliviado a muchos, señaló Hughes.
“Incluso aquellos que realmente querían al Papa Francisco siempre contenían un poco la respiración: no sabías qué iba a decir o hacer a continuación”, agregó.
Remediar las divisiones
En sus primeros 100 días, León se ha esforzado mucho por tratar de remediar las divisiones que se agudizaron durante el pontificado de Francisco, ofreciendo mensajes de unidad y evitando la controversia en casi todo momento. Incluso su tema distintivo —enfrentar la promesa y el peligro que plantea la inteligencia artificial— es algo que tanto conservadores como progresistas coinciden en que es importante. El énfasis de Francisco en cuidar el medio ambiente y a los migrantes a menudo alienó a los conservadores.
Además, ofreció un mensaje tranquilizador y conciliador a la burocracia de la Santa Sede después de que el estilo ocasionalmente autoritario de Francisco incomodara a algunos en el Vaticano.
“Los papas vienen y van, pero la Curia permanece”, dijo León XIV a los funcionarios del Vaticano poco después de su elección el 8 de mayo.
El Papa ha cimentado el legado medioambiental de Francisco al celebrar la primera misa de inspiración ecológica de la historia. Ha impulsado ese legado al dar luz verde para transformar un terreno de 430 hectáreas al norte de Roma en una vasta granja solar que debería generar electricidad suficiente para satisfacer las necesidades de la Ciudad del Vaticano y convertirla en el primer estado neutral en carbono del mundo.
Ha afinado las regulaciones de transparencia financiera que inició Francisco, ajustó algunos otros decretos para darles consistencia y lógica y reiteró la decisión del argentino de declarar “doctor” de la Iglesia a uno de los santos más influyentes del siglo XIX, John Henry Newman.
Un discurso medido
Pero no ha concedido entrevistas en profundidad ni ha hecho declaraciones improvisadas que acaparen titulares como lo hizo su predecesor. Tampoco ha hecho nombramientos importantes —como el de su sustituto en su antiguo puesto— ni ha realizado grandes viajes.
Con motivo del 80 aniversario de los bombardeos atómicos de Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki la semana pasada, tuvo la oportunidad de repetir la novedosa declaración de Francisco de que la mera posesión de armas nucleares era “inmoral”. Pero no lo hizo.
Comparado con el presidente Donald Trump, el otro líder mundial estadounidense que asumió el cargo en 2025 con una serie de decretos ejecutivos firmados con un rotulador, León ha asumido su nuevo trabajo de forma lenta, consciente y silenciosa, casi tratando de no llamar la atención.
A los 69 años, parece saber que tiene el tiempo de su lado y que, después del papado revolucionario de Francisco, la Iglesia podría necesitar un respiro. Un funcionario del Vaticano que conoce a León dijo que espera que su pontificado tenga un efecto “calmante” sobre la institución. (AP)
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