El hiperfederalismo político y su diseño institucional
Edición Impresa | 2 de Agosto de 2025 | 00:32

Denise Chmois
eleconomista.com.ar
El federalismo consagrado por la Constitución Nacional otorga a las provincias el derecho a darse sus propias instituciones y reglas electorales. El resultado es una profunda heterogeneidad entre las 24 jurisdicciones del país. Solo ocho tienen legislaturas bicamerales; las 16 restantes son unicamerales. En 16 se permite una reelección consecutiva del gobernador, mientras que las otras ocho distribuyen sus criterios entre la reelección indefinida, la prohibición de renovar mandato y otras variantes. Aunque modificar estas normas suele requerir reformas constitucionales provinciales y, por ende, procesos complejos, cabe preguntarse si sería deseable avanzar hacia una mayor unificación de criterios y calendarios.
La participación ciudadana en las elecciones provinciales celebradas a lo largo del año revela un dato novedoso, con asistencias que rondan entre el 50% y el 60%. La superposición de reglas, formatos de boletas y fechas de comicios genera confusión y desgaste entre los votantes, en una sociedad cada vez más desencantada con la política. El triunfo de Javier Milei con su discurso contra la “casta” fue una expresión clara de ese malestar; el alto ausentismo en las urnas parece ser otra.
En ese contexto, la posibilidad de reelección aparece como una de las reglas que más huele a “casta”. Actualmente, 18 provincias permiten la reelección indefinida de legisladores. La provincia de Buenos Aires intentó retornar a esa lista, aunque el proceso quedó en suspenso. Además, dos gobernadores -el caso paradigmático es Gildo Insfrán, en Formosa, en el Ejecutivo desde 1995- también cuentan con esta posibilidad. Seis provincias permiten la reelección de legisladores con un intervalo de por medio, al igual que 16 de los mandatarios provinciales, siguiendo el esquema del Ejecutivo nacional.
Formosa es una de las dos provincias que permiten la reelección indefinida: Insfrán la gobierna desde 1995
Dos provincias atraviesan actualmente procesos constituyentes. Santa Fe, que impide la reelección inmediata del gobernador (exige un período de intervalo), discute la posibilidad de modificar esa cláusula. En Formosa, tras el fallo de la Corte Suprema que en diciembre del año pasado declaró inconstitucional la reelección indefinida, se realizará la reforma...con 21 de 30 convencionales del peronismo liderado por Insfrán.
Solo un tercio de las provincias cuenta con una Cámara de Senadores que acompaña a la de Diputados, replicando el esquema del Congreso Nacional. “No creo que tengan mucho sentido los senados provinciales. En los sistemas federales, su rol es igualar a las unidades federadas frente al poder central. Muchas provincias copiaron el modelo bicameral para empoderar a zonas menos desarrolladas, pero con los niveles actuales de comunicación, es probable que los senados provinciales sean redundantes”, dijo Martín D’Alessandro, doctor en Ciencias Sociales y profesor de Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires.
En cinco provincias, los senadores representan departamentos; es decir, entidades territoriales. Pero en otras -entre ellas, la provincia de Buenos Aires- representan secciones electorales: divisiones creadas exclusivamente con fines electorales, sin un anclaje territorial.
Desdoblamiento
Este año, diez provincias desdoblaron sus elecciones, una cifra habitual. Lo novedoso fue que la provincia de Buenos Aires -la más poblada del país, con el 37% del padrón nacional- decidió hacerlo, algo inusual en su historia. Esta decisión no es menor: implica agregar millones de votantes que deberán concurrir más de una vez a las urnas.
“La posibilidad de los gobernadores de elegir la fecha de votación les permite alambrar sus distritos y protegerse de dinámicas nacionales que podrían perjudicarlos. Al desdoblar, provincializan la elección. La autonomía tiende a beneficiar a los gobernadores y a los oficialismos de turno y sobre todo a los oficialismos poderosos”, explicó Facundo Cruz, doctor en Ciencia Política (UNSAM) y coordinador del Observatorio Pulsar.UBA. “Cuando unificás calendario y reglas, hay incentivos para que la disputa se nacionalice y uno esté atado a la suerte de un gobierno central. Eso limita la autonomía de los oficialismos locales para definir candidaturas, cierres de listas y agendas locales”, agregó.
Con este panorama, parece claro que avanzar hacia reglas más homogéneas y calendarios coordinados ayudaría a que el proceso electoral sea más claro para los votantes. Pero no es sencillo: requeriría consensos políticos y, en muchos casos, reformas constitucionales provinciales. “La unificación solo podría surgir de un acuerdo, no de una imposición. Además, muchas provincias deberían encarar reformas que no siempre tienen aceptación social. Pero homogeneizar las reglas tiene una gran ventaja: simplifica la elección al votante y vuelve más transparente el proceso electoral en su conjunto”, concluyó D’Alessandro.
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