La soja argentina surfea las tensiones comerciales mientras gana mercados
Edición Impresa | 24 de Agosto de 2025 | 06:58

La soja argentina atraviesa un momento singular. La combinación de un contexto internacional marcado por la tensión comercial entre Estados Unidos y China y un escenario local de baja de retenciones impulsó los precios y favoreció a los productores, que ya se preparan para registrar uno de los mejores agosto en décadas.
Durante julio, los embarques superaron 1,3 millones de toneladas, cuatro veces más que en igual mes del año pasado. La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) destacó que fue un volumen inédito para ese mes en los últimos seis años. En agosto, la tendencia se intensificó: hasta la mitad del mes ya se habían cargado 568.000 toneladas, con una proyección que podría elevar el total a 1,3 millones adicionales. De cumplirse esas previsiones, agosto sería el segundo mejor de la historia en exportaciones de soja.
El precio interno alcanzó los 395.000 pesos por tonelada, impulsado por un conjunto de factores: la liquidación anticipada de granos en el primer semestre, la reducción temporal y luego definitiva de los derechos de exportación (DEX) y una menor carga tributaria. En términos constantes, se trata del valor más alto en lo que va del año.
A nivel internacional, la cosecha récord en Estados Unidos y la ausencia de compras chinas generaron turbulencias. Pese a que la superficie sembrada en el país del norte fue menor, los rendimientos excepcionales por las condiciones climáticas derrumbaron las cotizaciones en Chicago, que tocaron mínimos del año en torno a 353 dólares por tonelada. La situación se agravó por la falta de operaciones de China, que históricamente concentra la demanda de la soja estadounidense.
El repliegue comercial del gigante asiático, en paralelo con compras récord a Brasil, provocó un fenómeno sin antecedentes. Con menores importaciones para el sector de alimentación animal, China acumuló stocks históricos de harina de soja. Sin embargo, también comenzó a acercarse a la Argentina: ya comprometió compras por 8 millones de toneladas, un nivel máximo en muchos años.
En el mercado nacional, el 56 por ciento de la producción ya fue vendida, por encima del promedio de las últimas cinco campañas. En total, 29 millones de toneladas se comprometieron, de las cuales 23 millones ya tienen precio, lo que equivale al 47 por ciento de la campaña. La liquidación del sector agroindustrial ascendió a 7.800 millones de dólares entre enero y julio, cifra considerada récord por los analistas.
De cara a los próximos meses, el escenario internacional se presenta incierto. Si no se resuelve la disputa arancelaria entre Washington y Pekín, Estados Unidos podría perder a su principal comprador de soja. En el caso de un entendimiento, la competencia seguirá siendo intensa, ya que China consolidó sus compras a Brasil y comenzó a diversificar con Argentina. En ambos casos, la presión sobre los precios globales continuará.
Dante Romano, investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, remarcó que “el Usda sorprendió al reducir los stocks finales de soja en Estados Unidos, pero la ausencia de compras chinas frena cualquier repunte”. Para el especialista, el mercado permanece atado a los movimientos de las dos potencias, aunque el productor argentino logró adelantarse y capitalizar los mejores precios del año.
La disputa también impacta en otros cultivos. En maíz, la expansión del área y de los rendimientos en Estados Unidos y Brasil generó sobreoferta y presión bajista. En Argentina, las ventas de maíz avanzaron más lentas de lo habitual: apenas el 40 por ciento de la producción tiene precio, frente al promedio histórico de 52 por ciento. En trigo, los stocks globales se ubican en mínimos desde 2015/16, aunque la presión de las cosechas del hemisferio norte mantiene la tendencia bajista.
Más allá de las turbulencias externas, la importancia de la soja y de las cadenas agroindustriales quedó reflejada en el último Monitor de Exportaciones Agroindustriales elaborado por la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA). Según el informe, en el primer semestre de 2025 las exportaciones argentinas sumaron 39.741 millones de dólares, de los cuales 23.827 millones provinieron de las cadenas agroindustriales. En otras palabras, seis de cada diez dólares que ingresan al país tienen origen en el campo.
El reporte detalla que el 69 por ciento de esas divisas proviene de granos, 14 por ciento de economías regionales, 9 por ciento de carnes, 3 por ciento de lácteos y 5 por ciento de otros rubros. El podio de exportadores lo encabeza el complejo soja, que aporta el 36 por ciento, seguido por el maíz con 17 por ciento y la carne vacuna con 8 por ciento. Argentina se consolidó como primer exportador mundial de maní, aceite de soja y aceite y jugo de limón, segundo en harina de soja y yerba mate y tercero en maíz.
Las economías regionales también se destacan por su aporte. Según FADA, generan empleo y arraigo en todo el país y tienen como principales destinos a Brasil, Chile, Estados Unidos, Suiza y China. En conjunto, las veinte cadenas analizadas exportan en promedio el 47 por ciento de lo que producen, mientras el resto se destina al consumo interno.
La soja mantiene el liderazgo en inserción internacional: el 81 por ciento de lo producido se exporta.
A la par, complejos como cebada, limón, girasol y maní muestran ratios de exportación superiores al 70 por ciento. En contraste, carnes, lácteos y varias producciones regionales presentan una mayor orientación al mercado interno.
Para FADA, la radiografía de las exportaciones agroindustriales confirma el peso estructural del sector en la economía argentina. “En más de 50 países anhelan un asado con carne argentina y Vietnam es el mayor consumidor de nuestro maíz. Estar presente con trabajo argentino en tantos mercados refleja el potencial de nuestra agroindustria”, resumió Nicolle Pisani Claro, economista jefa de la Fundación.
Con precios altos, embarques crecientes y la magnitud del aporte del agro, la soja argentina vive un presente favorable. Pero el futuro inmediato dependerá de cómo se resuelva la pulseada comercial entre Estados Unidos y China y de la capacidad argentina para sostener un flujo exportador que sigue siendo vital para la estabilidad económica del país.
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