La fertilidad masculina se redujo a la mitad en apenas cincuenta años
Edición Impresa | 25 de Agosto de 2025 | 01:38

Durante décadas, la discusión sobre la fertilidad se centró casi exclusivamente en la mujer. El llamado “reloj biológico femenino” se volvió un tema recurrente en medios y consultorios, mientras que los hombres permanecieron ajenos a esa mirada. Sin embargo, las evidencias científicas más recientes muestran que esa percepción resulta incompleta: la fertilidad masculina también enfrenta límites biológicos y, lo que es más preocupante, viene registrando un deterioro constante en todo el mundo.
Un metaanálisis publicado en la revista Human Reproduction Update reveló que la cantidad y la calidad de los espermatozoides cayeron más de un 50% desde la década del setenta.
Lo más alarmante es que, lejos de estabilizarse, desde el año 2000 la velocidad de este descenso se aceleró de manera marcada. El fenómeno se observó en distintas regiones, lo que permite hablar de una tendencia global y no de un hecho aislado.
Las causas de este proceso son múltiples, pero los especialistas coinciden en subrayar el peso de los llamados disruptores endocrinos. Se trata de sustancias químicas presentes en plásticos, pesticidas, envases y numerosos productos de uso cotidiano.
Estudios desarrollados por universidades de Estados Unidos y Europa demostraron que la exposición a estos compuestos durante el embarazo puede tener consecuencias irreversibles sobre la salud reproductiva de los hijos varones. Entre los efectos más mencionados se encuentran un menor desarrollo genital, bajos niveles de testosterona y una reducción persistente en la movilidad de los espermatozoides.
A los factores ambientales se suman los hábitos de vida. La evidencia médica indica que el tabaco, el alcohol, el consumo de drogas, el sedentarismo y una alimentación poco saludable impactan de manera directa sobre la capacidad fértil. Al mismo tiempo, se observó que los varones con enfermedades crónicas no controladas, como la diabetes o la hipertensión, presentan mayor riesgo de infertilidad.
La edad es otro elemento decisivo. Aunque los varones suelen ser percibidos como fértiles durante toda su vida adulta, diversos trabajos muestran que el paso de los años también reduce la calidad del semen.
Investigaciones realizadas en centros de reproducción de Europa y América Latina indican que después de los 40 años la movilidad y la morfología de los espermatozoides se ven comprometidas, y que a partir de los 45 se incrementan las alteraciones genéticas que afectan la viabilidad de los embriones.
Estos cambios, además, se asocian con mayores dificultades para lograr un embarazo y con un riesgo más alto de trastornos en la descendencia, entre ellos autismo y enfermedades neurológicas.
Por eso, los expertos sostienen que la edad del varón no debe quedar fuera de la ecuación cuando se evalúa la salud reproductiva de una pareja.
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