La historia casi desconocida de la tapa de acero que rozó el espacio: detalles del experimento nuclear secreto de 1957

La Operación Plumbbob tuvo lugar en Nevada aquel 27 de agosto en medio de la Guerra Fría. Se transformó en uno de los episodios más llamativos de la historia de la experimentación nuclear y espacial

En medio de la Guerra Fría, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética competían por el dominio nuclear y, pronto, por el espacio, un evento casi anecdótico se convirtió en un curioso hito científico. El 27 de agosto de 1957, en el desierto de Nevada, una explosión nuclear subterránea lanzó al cielo una tapa de acero de casi una tonelada, que habría alcanzado velocidades tan altas que, según los cálculos, podría haber sido el primer objeto fabricado por el hombre en escapar de la Tierra.

Aunque este hecho es poco conocido, sigue siendo uno de los episodios más llamativos de la historia de la experimentación nuclear y espacial.

Operación Plumbbob: pruebas nucleares en plena Guerra Fría

El escenario fue el Sitio de Pruebas de Nevada, un extenso campo en el desierto donde Estados Unidos realizaba detonaciones atómicas para estudiar sus efectos y desarrollar nuevas tecnologías militares. En 1957, el país llevaba a cabo la Operación Plumbbob, una de las series de ensayos nucleares más intensas de su historia, con 29 detonaciones entre mayo y octubre.

Uno de estos ensayos, conocido como Pascal-B, buscaba analizar el comportamiento de explosiones subterráneas. Para ello, los ingenieros perforaron un pozo profundo, lo sellaron parcialmente y lo cubrieron con una pesada tapa de acero de 900 kilos, diseñada solo para contener la onda expansiva.

La explosión que sorprendió a todos

Cuando la carga nuclear detonó, la energía liberada fue mucho mayor de lo previsto. Las cámaras de alta velocidad, instaladas para registrar el experimento, captaron un momento insólito: la tapa de acero salió disparada como un proyectil hacia el cielo, impulsada por la fuerza de la explosión.

Los cálculos posteriores, realizados por el físico Dr. Robert Brownlee, responsable del ensayo, estimaron que la tapa alcanzó una velocidad de 66 kilómetros por segundo, unas seis veces más rápida que la velocidad de escape terrestre (11,2 km/s).

¿El primer objeto humano en el espacio?

A esa velocidad, nada podía detenerla. Los científicos especularon que la tapa podría haber escapado al espacio, convirtiéndose en el primer objeto humano en abandonar la gravedad terrestre, casi dos meses antes de que la Unión Soviética lanzara el Sputnik 1 (4 de octubre de 1957).

Sin embargo, Brownlee siempre sostuvo que lo más probable es que la tapa se desintegrara por la fricción con la atmósfera, ya que a esa velocidad el aire se comporta como un muro sólido. Aun así, la posibilidad de que fragmentos llegaran más allá de la atmósfera convirtió a este episodio en una especie de “anécdota espacial” dentro de la historia nuclear.

Un episodio casi olvidado, pero fascinante

Este suceso no solo muestra la magnitud de las pruebas nucleares de la época, sino también cómo los avances militares podían generar descubrimientos y situaciones imprevistas. Lo que comenzó como un simple ensayo subterráneo terminó desafiando los límites de la física conocida en ese momento.

Hoy, más de seis décadas después, el relato de la tapa de acero sigue siendo una curiosidad científica que despierta asombro y sonrisas entre ingenieros y astrónomos. Un recordatorio de que, en ocasiones, los pasos hacia el espacio no siempre nacen de misiones cuidadosamente planificadas, sino también de accidentes inesperados.

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